Un gran amigo, emprendedor de tomo y lomo, de esos que han podido recorrer el mundo empapándose de lo que ocurre afuera, dijo una vez: "La mayor vergüenza de Chile es la desigualdad de oportunidades. Impacta demasiado donde naciste, y no tu esfuerzo o mérito", y esto porque no estamos viendo la evidencia empírica que nos entregan instrumentos de país, como la última Encuesta Nacional de Juventud.
Los resultados de esta encuesta -en su séptima versión que cada 3 años realiza el INJUV a nivel nacional- son incuestionables: estamos escondiendo una realidad dura y que se hace invisible aun teniendo un diagnóstico de los jóvenes de nuestro país al dedillo, aquellos que están llamados a ser los dueños del futuro.
Los jóvenes, de entre 15 y 29 años, se sienten desafectados de la política formal, como la conocemos hoy. Obviamente participan en marchas, paros o tomas, pero no se muestran interesados directamente en ella o en los políticos; llegando a una aceptación de solo el 19%. Esta crisis política latente en los últimos 8 años se ahonda si analizamos en profundidad otros indicadores. Si bien los jóvenes se consideran felices en un 84%, sólo el 45% de ellos declara tener expectativas mejores a las actuales con respecto al futuro del país; bajando desde el 59% en 2006.
Al contrario de lo que se muestra en los debates públicos, los jóvenes de bajos estratos - en comparación con los de más altos - se muestran menos felices, menos a favor de la legalización de la marihuana, menor es su utilización de preservativos o de píldoras anticonceptivas, existe mayor violencia en la relación de pareja, aceptan en menor medida el aborto terapéutico, incluso mayor porcentaje está en desacuerdo con el aborto o aborto terapéutico, mayor es su identificación con alguna religión y muy, pero muy baja es su identificación con los partidos políticos.
Es cierto que ciudadanías más informadas y educadas son más celosas de sus necesidades, incluso pasando de conservadoras a liberales como se ve en esta encuesta. Pero la pregunta de fondo es: ¿Son estos temas valóricos los llamados a reducir los descontentos? ¿O son políticas efectivas sobre las brechas sociales de acceso a la educación, a la calidad en la salud o mejorar los empleo, sus sueldos y desarrollo de los trabajadores? Me parece que la cuestión está sobre la desigualdad de oportunidades, como decía mi amigo.