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40 años después: revalorización de la democracia

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En los últimos días y meses se ha generado un fuerte y duro -pero necesario- debate nacional sobre las cuatro décadas desde la pérdida de la democracia, lo que permite extraer lecciones a pesar de estar entrecruzado con el ambiente de campañas políticas y elecciones presidenciales.

Algunas figuras públicas han sido particularmente afectadas. El Presidente Piñera trató sin éxito de organizar un acto amplio, pero no estaban dadas las condiciones. Algunos han pedido perdón, desde el Poder Judicial se han reconocido errores en la protección de los derechos humanos, mientras otros niegan cualquier culpabilidad o se la enrostran al adversario, elementos que surgen de un hecho histórico traumático que aún no se decanta.

Me correspondió ser actor y observador de los hechos de 1973 desde el punto de vista de un joven rector de la Universidad Católica de Valparaíso, en proceso de reforma. En esos días éramos ocho rectores y el Presidente Allende nos convocaba con frecuencia. También estábamos en contacto con los líderes del Congreso, lo que era importante cuando se había perdido, progresivamente, el diálogo político normal "gobierno-oposición" y existía una polarización política que atravesaba a toda la sociedad.

Conversaba con frecuencia con dirigentes estudiantiles del MAPU y de otros partidos de izquierda que criticaban la "democracia burguesa". Yo les hacía presente que era la que legitimaba al Gobierno que apoyaban y me parece que lo entendieron cuando fue demasiado tarde.

A mediados de junio de 1973 parecía roto todo diálogo directo y constructivo entre los principales actores políticos. Como Comisión de la UCV decidimos ir a reunirnos con líderes religiosos y principalmente con líderes políticos del Congreso y ministros. Tohá, Ministro de Defensa; Almeida; Gumucio; el ministro de Justicia; Frei Montalva, quien presidía el Senado; Sergio Onofre Jarpa; Aylwin; el contralor general de la República; el presidente de la Corte Suprema.

A todos les ofrecíamos el apoyo de la universidad y le consultábamos por la salida a la crisis. Se estaba por una salida institucional, pero se la veía muy cerrada. Finalmente elaboramos un documento de 58 páginas, lo expusimos a nuestro Senado Académico con la conclusión que se requería de grandes consensos o sobrevendría el caos o las soluciones de fuerza.

Creo que esta es la lección de la historia desde mi condición de actor. La responsabilidad del golpe es de quienes lo dieron e instigaron. La lección política es que la democracia como sistema que surge de la base popular es un fin en sí y no solo un mecanismo o la "vía electoral" y requiere de abrirse a entender la posición del otro y la búsqueda de acuerdos. Debemos evitar en este 2013 los desencuentros de 1973.

Raúl Allard Neumann

Exrector de la PUCV