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"Nada puede ser más distinto a Wanderers que un chico UDI del barrio alto de Santiago"

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Agustín Squella define de forma precisa el momento en que decidió ser hincha de Santiago Wanderers: "fue un acto de rebeldía".

"Tenía 4 o 5 años, mi hermano mayor era de Everton y yo miré hacia donde debía: hacia Valparaíso, hacia Playa Ancha, hacia el equipo más popular y aguerrido de nuestra región y uno de los más queridos en todo el país", explica el abogado y profesor de la Universidad de Valparaíso.

Ese sentimiento que abrazó en su infancia y lo ha acompañado durante toda su vida, decidió llevarlo a una dimensión diferente. A comienzos del próximo año publicará a través de editorial "Lolita" un nuevo libro llamado "Soy de Wanderers y de Valparaíso".

Con modestia, Squella asegura que "si escribir es un oficio y puede ser también un don, en mi caso se trata solo de una manía".

En el último tiempo ha lanzado cuatro textos: "Deudas intelectuales", "¿Es usted feliz? Yo sí, pero…", "¿Cree usted en Dios? Yo no, pero…" y "¿Es usted liberal? Yo sí, pero…".

"El papel existe para que anotemos en él nuestros sentimientos", dice para justificar que su próxima obra sea más cercana a la pasión que a la academia.

"¿Se da cuenta usted de que, salvo los evertonianos, los hinchas de todos los demás clubes nos tratan como "Wanderito", que es tanto una muestra de cariño como de admiración? ¿Acaso alguien dice "Evertoncito" o "Colocolito"?", dice el abogado.

- Usted ha definido la pasión por el equipo caturro como un bolero. ¿Podría explicarlo?.

- Lo mismo que los boleros, Wanderers gusta y duele a la vez.

- ¿Cuál es la relación que establece, según su punto de vista, la institución con Valparaíso?.

- La relación es total. Wanderers no se entiende sin Valparaíso, y viceversa. Valparaíso, que no es una ciudad mágica como inventaron las agencias de turismo, sino una ciudad loca, loquísima, desquiciada incluso, tiene en Wanderers una de sus expresiones más disparatadas, así no más sea porque el club se llama Santiago Wanderers.

- ¿Es posible poner en papel, mediante un libro un sentimiento tan profundo?

- Para saber quienes somos finalmente hay que preguntarse a qué personas e instituciones quisimos a lo largo de la vida y cuáles nos quisieron a su vez. Pero como dice uno de los cantos de nuestra barra, Wanderers no es un sentimiento, sino una enfermedad. Una patología crónica, sin cura, pero que conduce a la vida y no a la muerte.

- ¿Recuerda el partido que más ha gozado y que más ha sufrido?

- El que más he gozado fue el 4-2 que le hicimos a Audax en el Nacional cuando fuimos campeones en 2001. Salimos esa tarde a la cancha siendo ya campeones y con el cuarto y maravilloso gol de Jaime Riveros lloré como un niño abrazado a mi amigo Ernesto Ottone. El que más he sufrido: el empate de 1968, también con Audax en el Nacional, cuando tuvimos que esperar el resultado del partido de fondo, entre la "U" y Palestino, para dar luego la vuelta olímpica con los jugadores vestidos de terno. Y esa es otra de las excentricidades de Wanderers: cuando obtiene la segunda estrella, concluye su último partido sin saber si será campeón; y cuando consigue la tercera, inicia su último partido sabiendo que ya es campeón.

- ¿Cómo ve la relación entre su mundo, el de las aulas y la cultura, con el futbolístico, más ligado a lo popular y pasional?.

- La veo fácil y hasta indispensable. Académicos, intelectuales, incluso políticos y gobernantes que aman el fútbol, son mucho más confiables que aquellos que no lo hacen. En los estadios yo dejo de ser lo que habitualmente soy, y lo mismo me pasa en el hipódromo. Es sano dejar de ser por un momento aquello por lo que comúnmente nos identifican. No somos uno, sino más de uno, y ninguno de los varios que somos debe pretender hegemonía sobre los otros que también somos.

- ¿Qué opina de Everton?.

- Ningún wanderino me entiende que estoy contra Everton solo cuando se juega el Clásico Porteño. No soy anti-Everton. La mejor prueba de la pasión por un club no puede consistir en la celebración de las derrotas de nuestro más tradicional adversario. Hace muchos años, cuando ambos andaban a los tumbos, imaginé la fusión de Wanderers y Everton, pero me fue tan mal como ahora cuando me declaro liberalsocialista.

- ¿Cuál es a su juicio el mayor ídolo del club?.

- Hay varios, pero yo me quedo con José Pérez, Raúl Sánchez, Elías Figueroa, Armando Tobar, y el inigualable Juanito Olivares.

- ¿Qué estructura tiene su libro, capítulos cronológicos, anécdotas propias, historias de otros hinchas?

- Tiene de todo eso, y mucho sobre Valparaíso y el hecho insólito de que en 1892 un grupo de muchachos que se juntaban todas las tardes en la Plaza Echaurren decidieran fundar un club que viviría hasta hoy. En ese tiempo sólo los descendientes de ingleses formaban clubes de fútbol en Valparaíso. La raíz popular de Santiago Wanderers está en ese hecho. El Valparaíso Wanderers, creado por ingleses, tuvo corta vida.

- Hace unos años los clubes chilenos se convirtieron mayoritariamente en sociedades anónimas. ¿Cree que perdió romanticismo el fútbol con esta transformación?.

- Todo se ha transformado hoy en una industria, o sea, en dinero. El fútbol, la política, la televisión, la hípica, la educación, la salud, la previsión. En el caso del fútbol, lo que más me molesta son los políticos e inversionistas hinchas de un equipo que compran otro y aparecen en la tribuna con la camiseta de aquel en que pusieron el dinero y no con la de aquel donde está su corazón. La peor decisión del Presidente Piñera, reconocido hincha de la UC, fue comprar Colo Colo. Alguna vez Joaquín Lavín estuvo en Wanderers, y nada puede ser más distinto a este club que un chico UDI del barrio alto de Santiago.

- Usted es profesor: ¿qué nota le pone a la gestión de la sociedad anónima que concesionó a Wanderers?.

- Le pongo nota aceptable, aunque después de las malísimas campañas del período 2010-2012 habría querido dejarla para marzo.

- ¿Hasta dónde cree que puede llegar el actual equipo caturro?.

- Es el mejor que hemos tenido en los últimos años, pero no da para aspirar a ningún campeonato. Ojala se mantenga la base del actual equipo y que en 2014 no perdamos a Viana, Parra, Méndez, Ormeño, Robles ni Opazo. Y que algún día vuelva al equipo el chileno que dentro de la cancha hace cosas que solo hizo Maradona: David Pizarro.

- ¿Su sentimiento wanderino es solitario o se siente en comunión con otras personas?.

- Nunca la pasión por el fútbol es solitaria. Es intrínsecamente gregaria. Solo el fútbol nos hace abrazarnos y llorar junto a personas absolutamente desconocidas. Cuando veo a un niño con la camiseta de Wanderers me dan ganas de abrazarlo. De abrazarlo y hasta de adoptarlo. "Ese niño -me digo- tiene las cosas claras".

- ¿Cómo ve a Wanderers en términos de aglutinador social?. Se lo pregunto por las diferencias sociales, económicas y hasta ideológicas que tienen sus hinchas.

- Wanderers es pura diversidad, enhorabuena, aunque todos los clubes lo son. Pero usted nunca escuchará gritar en Playa Ancha algo tan remilgado como "Arriba equipo". Eso lo dejamos para Sausalito y San Carlos de Apoquindo. El que entra a Playa Ancha a alentar a Wanderers pierde automáticamente su condición social. Allí todos somos iguales. Somos iguales, no nos fingimos iguales.

- ¿Cuándo sale publicado su libro "Soy Wanderino"?.

- A comienzos de 2014, y puedo adelantar que en la portada aparecerá una caricatura del autor, hecha por Guillo, en la que estaré vestido de corto, con la camiseta del club, y con un balón en una de las manos.