La persistente lucha del patinaje por ganarse un lugar en Valparaíso
deportes. A pesar de no contar con un espacio adecuado para sus entrenamientos, esta disciplina ha ido creciendo y hoy reúne a cientos de entusiastas participantes.
En Valparaíso, hablar del patín carrera es hablar de Nicole Acevedo. Ex seleccionada nacional y profesora de Educación Física, lleva cinco años desarrollando esta disciplina a todo nivel. Comenzó con apenas 13 alumnos de la escuela Ramón Barros Luco y hoy cuenta con una red de cientos de deportistas y varios monitores que se reparten no solo en el Puerto, sino también en ciudades del interior como Villa Alemana. El crecimiento de esta disciplina pudo palparse en la última "Corrida Familiar Patrimonial" realizada en la Plaza Sotomayor, donde junto a los atletas esta vez compitieron cientos de patinadores de la región, Santiago y Rancagua.
Para muchos, esa fue la primera vez que pudieron ver a un grupo de patinadores organizados en Valparaíso. Otros recordarán haberlos visto en el bandejón central de avenida Argentina, donde entrenan habitualmente, o en el parque del borde costero, donde de vez en cuando practican ruta. Y los de mejor memoria recordarán que hace años entrenaban en el velódromo "Roberto Parra" de Playa Ancha.
Pero lo cierto es que la historia del patín carrera local lleva años construyéndose. Desde que Nicole, egresada de la Universidad de Playa Ancha, hiciera su práctica profesional en la escuela Ramón Barros Luco, hasta que se logró organizar campeonatos, viajar al extranjero y aumentar el número de niños y padres practicando.
"Al principio los papás llegaban a mirar a sus hijos. Después se entusiasmaban, pedían unos patines, se ponían a practicar y pronto ya estaban integrados. Cuando compiten y ganan medallas, se entusiasman igual que los niños", cuenta la profesora, que junto con encabezar su academia es coordinadora regional del patín carrera.
Nicole cuenta que el gran problema es que todo sigue girando en torno a su entusiasmo. "Claro que antes era más difícil, porque yo era la única profesora, no había jueces capacitados y tampoco habían más clubes. Yo entrenaba a los niños, organizaba los torneos, me preocupaba de todo, afortunadamente eso ha ido cambiando y ahora hay una buena directiva, monitores y jueces que me permiten ir delegando funciones, pero todavía falta", señala. Junto a eso, la existencia de más clubes ha permitido que el mundo del patinaje crezca y sume más apoyo.
cambio de escenario
El patín carrera porteño comenzó en el velódromo "Roberto Parra", donde se mantuvo hasta su demolición. "Nos fuimos a la recta Barón, pero ahí hay gente fumando marihuana y una vez a una niña le robaron la mochila, así que nos fuimos porque no podíamos exponernos a eso. Ahora nuestra sede central es la escuela República del Uruguay, ahí tenemos nuestras cosas y hacemos las clases para el nivel formativo, porque a los chicos no los podemos tener en la calle", explica.
Los más grandes entrenan en el bandejón de la avenida Argentina "salvo cuando hay feria y los días anteriores. Parece incómodo, pero incluso ha funcionado como buen marketing porque la gente nos ve y se da cuenta que hay un grupo organizado entrenando".
Desde el inicio de la academia porteña, se han organizado diferentes torneos regionales. "En el primero éramos tan poquitos que ganaron todos", recuerda la profesora, avisando que para la próxima fecha del 16 de noviembre las cosas serán diferentes: "sólo los dos mejores de cada categoría clasificarán al Nacional escolar, así que la motivación será mucho mayor".
QUIEREN UN PATINÓDROMO
Para las competencias, el único lugar es la avenida Brasil de Valparaíso, en el sector del Liceo 2, que tampoco es ideal porque implica cerrar calles por varias horas. Al interior de la región, el amplio estacionamiento del centro comercial El Belloto (La Polar) ha surgido como una buena alternativa. De hecho, ahí se disputará la tercera fecha del torneo regional.
En todo caso, Nicole cuenta que tienen un lugar escogido. "A nosotros nos encantaría poder trabajar en la tornamesa de Barón. Ahí se podría construir perfectamente un patinódromo", señala, comentando que el costo sería cercano a los 60 millones de pesos.
"No queremos algo tan caro, solo un lugar donde estar en un horario exclusivo, porque no podemos convivir con otros deportes. Lo raro es que sin patinódromo nosotros vamos a Santiago y ganamos igual. ¿Por qué? Porque los niños son felices, no lloran cuando pierden. Lo pasan bien arriba de sus patines. Y eso es lo que me da energías para seguir".