Festival Internacional de Cine de Viña: una historia de dificultades y mística
Certamen. Mañana parte la edición 25 del FICViña, un evento que en sus 46 años ha dado pasos gigantescos para su crecimiento y consolidación.
El último mes no ha sido fácil para Juan Esteban Montero y Edgardo Doll, directores ejecutivo y artístico respectivamente del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FICViña). Es que a las complejidades propias de armar un certamen de esta naturaleza, se sumó el paro de funcionarios municipales, algo no menor si se considera que el evento está bajo el alero del gobierno comunal; y las negociaciones del presupuesto de los empleados públicos que también ha desembocado en que dejen de trabajar instituciones como la Aduana, fundamental para la entrada de películas.
Sin embargo, el contar con un socio estratégico como la Universidad de Valparaíso les ha hecho más llevadera la situación. La entidad no solo se ha preocupado de la curatoría de los más de 100 filmes que se van a exhibir, sino también ha dispuesto de personal técnico para garantizar las proyecciones, y cedió la sala Rubén Darío para las funciones que en un principio estaban fijadas en la Aldo Francia, ubicada al interior del Palacio Rioja.
De esta manera, ya está todo listo para que mañana comience la versión 2013 del FICViña. Una bastante especial, puesto que se cumplen 25 ediciones, durante las cuales los organizadores no han estado exentos de dificultades. Aquí le contamos un poco la historia del certamen.
MIRADA AL PASADO
Si bien el evento cumple 25 ediciones, lo cierto es que tiene 46 años de vida. Ello porque la génesis de lo que ahora conocemos como FICViña fue en 1967, cuando el doctor y cineasta Aldo Francia decidió, después de cuatro años realizando un certamen dedicado a los aficionados y a un encuentro solo de chilenos, abrirse al cine latinoamericano.
En aquella ocasión participaron Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Chile, México, Perú, Uruguay y Venezuela, y el Paoa fue para el filme "Manuela" de Humberto Solás. Dos años después se realizaría el segundo festival. Sin embargo, estos se financiaban solo con aportes personales de quienes en 1962 habían fundado el Cine Club, por lo que quedaron con muchas deudas y tuvieron que parar su realización. Después vendría el Golpe de Estado, y el evento pasó a segundo plano.
No obstante, esos dos certámenes fueron de suma importancia en la historia del cine. "Hoy se sigue reconociendo que ese fue un momento súper clave, cuando se juntan los cineastas y dicen bueno qué estamos haciendo, qué es lo que hicimos hacia atrás y qué pensamos a hacer. Al investigar sobre el Festival, éste aparece citado en "La historia del cine" de George Sadoul, que es una de las más clásicas", comenta Doll, agregando que muchos de los realizadores que participaron en esos primeros años todavía valorizan esos encuentros no solo por la posibilidad de exhibir sus trabajos, sino por las discusiones que se dieron en torno al tema, especialmente cuando se hablaba sobre hacer cine militante o netamente cultural.
Ambos festivales podrían haber pasado como hechos casi anecdóticos, sino fuera porque en 1990 la Asociación de Directores de Chile, que en ese momento dirigía Silvio Caiozzi, lo hiciera renacer. "Habían muchos directores que estaban fuera del país en esa época, y los que estaban en Chile no estaban haciendo cine, sino que publicidad y otras cosas. Entonces se ve la necesidad de tener un Festival importante en Chile", cuenta Montero. Es así como se conversa con el gobierno de la época, y se le pide dinero para retomar este certamen, pues "ya tenía un nombre, una historia".
Ese certamen se llamó Festival del Reencuentro, y a éste llegaron tanto directores chilenos que estaban trabajando fuera como dentro del país al Teatro Municipal de Viña, donde muestran su material, pero también vuelven a hacerse las preguntas que marcaron los años "60.
Desde ese momento en adelante el Festival se ha realizado ininterrumpidamente, y desde mediados de los "90 retomó su carácter internacional con grandes invitados como los directores Eliseo Subiela -que a esta edición llega a competir al certamen con su más reciente trabajo "Paisajes devorados"-, Alejandro Amenábar, y actores como Gael García-Bernal y Cecilia Roth, por nombrar algunos.
"Al revisar todo esto, pensamos que hay que homenajear y pensar en estas 25 ediciones del Festival, siempre considerando que son esos dos años que generan una nueva forma de pensar el cine latinoamericano", dice Edgard Doll, comentando que por eso habrá una sección especial de películas clave de aquella época y otras que han sido importantes para el certamen como "La hora de los hornos" y "Caluga o menta".
SALTO TECNOLÓGICO
Uno de los grandes pasos que se ha dado para este FICViña es que la mayor parte de las películas que están en competencia están en formato DCP (Digital Cinema Package), que mejora la calidad de las cintas tanto a nivel visual como de audio. Un salto enorme, si se considera que hasta el año pasado la mayor parte de los filmes era en 35 mm.
Juan Esteban Montero ha estado relacionado al Festival de Cine desde 1996, y recuerda que a principios de esa década la gran queja de los directores participantes era la calidad de la exhibición, especialmente por el audio ya que se escuchaba mal y no se entendían los diálogos. "Teníamos una proyectora antigua en el Municipal de Viña y había un sistema de audio que no era Dolby Surround ni muchos menos, sino dos cajas aéreas que se ponían adelante", comenta.
La solución vino bajo el mando de Eugenio Llona, quien presentó un proyecto ante el Ministerio de Educación -que en aquella época veía los temas de cultura-, por un total de $80 millones que les permitió comprar una proyectora marca Christie con un sistema Dolby Surround. "Fue una maravilla, porque cambió del cielo a la tierra, ya que ahora la gente podía escuchar y las películas se veían bien", agrega el director ejecutivo; aunque Doll acota que siguieron las dificultades por un asunto presupuestario,porque las producciones latinoamericanas eran precarias en la parte técnica.
Traer esta proyectora también significó que hubiese cambios al interior del Municipal con la construcción de una caseta técnica. "Hubo muchos problemas con actores culturales de la ciudad, porque encontraban que la caseta afeaba el Teatro. Nosotros insistíamos en que era importante y parte de los requisitos técnicos para tener una proyectora", cuenta Montero, argumentando que "lo forramos entero en terciopelo azul, seguimos el estilo arquitectónico del teatro para que no fuera tan invasivo".
Sin embargo, "esos dos primeros años fueron duros -agrega-. Me acuerdo que tuvimos un carteo por el diario con el diputado de la época que era Gonzalo Ibáñez, que estaba indignado con esta cuestión. Reclamaba que "¿cómo era posible que pongan ese mamarracho en el Teatro Municipal?", y yo le respondía que era necesario porque todos los teatros del mundo importantes tenían una caseta técnica en la que no solamente estaba la proyectora, sino la mesa de sonido, consolas".
Por otra parte, uno de los efectos que ha tenido la digitalización ha sido mejorar la curatoría. "Cuando convocamos, la gente podía subir a la web y enviarnos el link. En ese sentido, nuestros curadores pudieron ver con tranquilidad cada una de las concursantes. Por eso, yo diría también, que hubo más espacio y tiempo para elegir las películas del abanico tan grande, pues llegaron como 400 películas", sostiene Doll, y añade que por eso también ahora el FICViña tiene "una competencia de lujo, con películas que, muchas de ellas están en un espacio industrial, pero en ningún caso desmereciendo la calidad".
OTRAS DIFICULTADES
No obstante, el Festival nunca ha estado exento de dificultades. Por ejemplo, desde que hace unos siete años se cambió la tradicional fecha de octubre a noviembre, han tenido que afrontar los paros de los funcionarios públicos. "Se nos han quedado películas estancadas en la Aduana. Hubo directores que no pudieron sacarlas y no las pudimos exhibir lamentablemente, a pesar de estar el director en Viña", dice Montero.
Sin embargo, para este Festival ya están asegurados, dice el director artístico Edgard Doll. No solo ya tienen la mayoría de las copias en sus manos, pues se están utilizando otros métodos de envío como Fedex, además "tenemos un respaldo en calidad estándar, que son las copias que se han subido a la web con sellos de agua. En el peor de los casos, si antes se suspendía, ahora podemos proyectarlas".
Otro tema es que desde hace tres años que no cuentan con el Teatro Municipal debido a los daños que tuvo por el terremoto; junto con el Cine Arte es una de las sedes históricas del Festival de Cine. "Hemos tenido que dispersarnos por la ciudad y buscar salas en diferentes lados. Hemos tenido que arrendar las salas de Cinemark, lo que implica un costo económico", dice Juan Esteban Montero, agregando que "ha sido difícil porque como que a la comunidad el Festival se le pierde un poco, porque al dispersarnos comunicacional y visualmente no concentramos muy bien el tema. A ello se suma la campaña política actual que tapa todo".
Por eso esperan con ansias que el próximo año puedan volver al teatro. "Siempre pasan cosas pero hemos tenido una buena experiencia al final, y la gente va guardando esas anécdotas", resume Montero.
Los directores del Festival:
Leo Kocking Ignacio Aliaga Sergio Trabucco Eugenio Llona Luciano Tarifeño Fernando Acuña Edgardo Viereck Roberto Paulsen Edgard Doll
Gran apuesta
Tanto Juan Esteban Montero como Edgard Doll esperan aumentar el nivel de visitantes al Festival, de los 15 mil del año pasado a 20 mil. Una apuesta grande, pero que están seguros de poder lograr por el amplio abanico de posibilidades que entrega la programación cuya entrada es gratuita, gracias a los aportes del municipio viñamarino, la UV, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Corfo y otras entidades.