Pareciera que se ha alcanzado consenso en nuestro país respecto a la importancia de la innovación y el emprendimiento como "palanca" del crecimiento económico. Así, se reconoce que la creación de nuevas empresas ayuda a generar nuevos puestos de trabajo y que, asimismo, el crecimiento de las empresas contribuye al crecimiento del PIB.
A nivel de políticas públicas, se ha dado importantes pasos en definir lineamientos para generar las bases de una estrategia de innovación nacional y en generar incentivos a la innovación y el emprendimiento, uno de cuyos hitos fue la creación del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (año 2005), siguiendo con diversos programas como "Chile Compite", "Chile Invierte", "Chile Emprende Contigo", "Innova Chile", "Start-Up Chile", más una serie de medidas para reducir los trámites en la creación de empresas, entre otras iniciativas.
Asimismo, varias universidades han incorporado en sus planes de estudio cursos y talleres ligados a estos temas, además de crear "incubadoras de negocios". También han aumentado las posibilidades de financiamiento para inversión en nuevas empresas, a través de "capitales semilla", y para la expansión de éstas, a través de "inversionistas ángeles", entre otras alternativas.
El intra-emprendedor
Siendo meritorio lo señalado, dando por descontado que se debe perseverar en esa línea, nos parece que está faltando considerar otro aspecto que permitiría dar sustentabilidad en el tiempo a una estrategia nacional de innovación y emprendimiento: que al interior de las empresas u organizaciones se consolide una cultura innovadora y emprendedora, para lo cual resulta clave la figura y el rol de los intra-emprendedores.
Siendo el "emprendedor" quien crea su propia empresa y asume los riesgos que ello implica, el "intra-emprendedor" es un empleado talentoso que propone, genera y/o lidera innovaciones a nivel de productos, proyectos y/o procesos al interior de la organización en que trabaja.
Entonces, si una organización contase con varios intra-emprendedores, su crecimiento ya no dependería solo de la capacidad creativa o innovadora del empresario y/o de algún directivo superior, sino de la iniciativa de varios empleados en diversos niveles organizacionales. Ello debiera permitir a esa organización enfrentar de mejor manera los cambios del entorno y contar con mayores posibilidades de un crecimiento rentable y sustentable en el tiempo.
Realidad nacional
En este contexto, varias Escuelas de Negocios nacionales estamos siguiendo el camino de no formar solo ejecutivos o directivos, sino también emprendedores. No obstante, lo más probable es que -por diversos motivos- continúe existiendo una mayor proporción de titulados que termine desempeñándose como ejecutivos o directivos, antes que como empresarios. Dado eso, algunas Escuelas de Negocios también estamos introduciendo la visión intra-emprendedora en la formación de nuestros estudiantes, instándolos a ser agentes de cambio en las organizaciones en que trabajen y no meros "administradores" u "optimizadores" de lo existente.
La pregunta clave es ¿qué se está haciendo en las organizaciones (privadas y públicas) para fomentar el intra-emprendimiento? Cabe preguntarlo, ya que si bien Apple pareciera estar sobrellevando la pérdida de Steve Jobs, probablemente debido a que logró consolidar una cultura innovadora y emprendedora en que no todo el éxito presente y futuro dependía de la genialidad de Jobs, no está claro que en nuestras organizaciones se fomente que los empleados dejen de ser solo personas que cumplen "órdenes superiores" y se les esté instando a proponer mejoras e innovaciones en productos y procesos, con derecho a equivocarse dentro de ciertos límites.
El Reporte Nacional para Chile 2011 del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), trata por primera vez el intra-emprendimiento, como "actividad emprendedora de los empleados" (EEA). Se estima que en Chile alrededor del 3,5% de la población adulta entre 18 a 64 años es emprendedor que trabaja dentro de una organización; de éstos, el 70% de la EEA proviene de empresas privadas con fines de lucro y el restante 30% del sector público u ONG.
El 48% de los empleados emprendedores chilenos declara contar con total apoyo de la empresa cuando presentan ideas para nuevos productos o servicios. No obstante, el 70% de los expertos consultados piensa lo contrario, y un porcentaje aún mayor considera que tanto en empresas grandes como pequeñas existe una alta jerarquización y centralismo en la toma de decisiones.
De no asignarse la debida importancia al intra-emprendimiento, es muy probable que las acciones insertas en la estrategia nacional de innovación y emprendimiento no rindan todos los frutos deseados. Y, más aún, podría desperdiciarse parte importante de los esfuerzos que se vienen desarrollando en la formación de capital humano.