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Baños de mar en la calle del Cabo Ascensor Artillería reanuda sus servicios Incidente en ocupación de terrenos en Santiago

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Como se verá en el aviso que publicamos, Martín Salinas ofrece sus baños al público, invitando que pasen a visitarlos. Ellos ofrecen la comodidad de los baños flotantes sin tener los inconvenientes del mareo. Los baños de Salinas son ahora superiores a los del año pasado y estamos seguros que para el próximo año serán mejores.

El ascensor había paralizado sus servicios, originadas como una lucha de intereses trabada entre la empresa y y un propietario perjudicado con el derrumbe que se produjo en ese cerro. Gracias a enérgicas medidas adoptadas por el intendente, la empresa hizo las reparaciones y a las 6 P. M. de ayer se reanudó el servicio.

Alrededor de 1.500 personas intentaron apoderarse de terrenos situados al norte de la población Lo Valledor, perteneciente la Corporación de la Vivienda, para levantar carpas y otros tipos de moradas provisorias , los que fueron desalojados por Carabineros, que debió emplear bombas lacrimógenas para disuadirlos.

Los Mandela que todavía faltan

Todavía practicamos exclusiones y discriminaciones colectivas que consideramos de orden natural
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El mejor homenaje que podemos hacer, y que el propio Madiba, acogería consecuentemente, es que nos refiramos a su muerte como una pérdida irreparable y triste, pero pensando especialmente en todos aquellos que siguen necesitando de la humanidad y virtud moral que él simboliza para nuestro tiempo, con tantas opresiones todavía pendientes. Todos debemos tener en Nelson Mandela un ejemplo de moral pública. Su biografía y su trayectoria política es una fuente de enseñanza para asumir los desafíos que aún tenemos en nuestro país y para tener esperanzas en que los cambios sociales aún más resistidos por el poder pueden tener su lugar en la historia.

La evolución social y normativa de los seres humanos ha sido menos exitosa que el desarrollo de la técnica y de la producción de bienes, no obstante que aquella depende mucho más de la voluntad y de la imaginación de nosotros mismos. Todavía seguimos atados a ciertas creencias y prejuicios colectivos que impiden que avancemos en la reforma de instituciones y significados que limitan a unos y oprimen a otros millones seres humanos. Habrá algo más primitivo, cabe preguntarse, que creer que la mujer es inferior al hombre, que los pobres lo son por alguna determinación natural, normalmente asociada a su propia conducta o capacidad, o que el color de la piel justifica menoscabos jurídicos y políticos, como era el caso del régimen al que tuvo que oponerse Nelson Mandela, incluso invocando la legitimidad de la violencia. Estos son sólo ejemplos de nuestro subdesarrollo simbólico-cultural y normativo.

Todavía practicamos exclusiones y discriminaciones colectivas que consideramos de orden natural. Las diferencias económicas, sexuales, intelectuales o de origen social, incluso de adhesión religiosa o política dan lugar en diversos sitios del planeta a exclusión y violencia. Las mujeres, los niños, los pobres, los homosexuales, los menos dotados intelectual o físicamente todavía padecen la exclusión.

Toda esta miseria moral proviene de decisiones humanas, es decir, de creencias e instituciones y no de una naturaleza que nos la imponga. Para seguir bregando por terminar con esas y otras discriminaciones necesitamos de otros muchos Mandela. El apartheid no estaba determinado por una condición natural, era no más que una imposición de las creencias y de la fuerza que otros tenían. Esto lo demostró ese héroe de Sudáfrica.