Manuel Díaz: el luthier porteño este año cumple medio siglo de su oficio
Cultura. El artesano es uno de los más conocidos de la ciudad en la construcción y restauración de instrumentos.
Manuel Díaz proviene de una familia humilde. Sin muchos estudios formales, desde niño demostró que tenía habilidades para las manualidades. Esto, unido a su curiosidad y capacidad de observación, lo llevaron a trabajar de la mano del maestro artesano Armando Becerra, quien en su taller ubicado a un costado de la Iglesia Doce Apóstoles le enseñó a crear instrumentos. Poco a poco iría interesándose en esta labor, convirtiéndose en uno de los luthiers más importantes de Valparaíso.
"Uno piensa que para hacer esto se necesita talento. Pero en realidad se debe ser observador, tener capacidad para las manualidad fina, el deseo de aprender y tener un buen guía. Después de eso aflora el perfeccionamiento, la exquisitez de los detalles", comenta, reconociendo que sus primeros pasos fueron autodidactas, y que luego adquirió más bagaje con estudios formales, que incluyeron un paso por Argentina y otros países.
Solo a mano
De sus 69 años, Díaz lleva medio siglo dedicado a este oficio. En 2011 obtuvo un Fondo de Solidaridad e Inversión Social, FOSIS, a través de su programa de Apoyo al Microemprendimiento; lo que le permitió adquirir materiales para la construcción y más herramientas.
Es así como complementó el taller que tiene en su misma casa, ubicada en Cerro Esperanza. Allí afloran guitarras, cuatros, mandolinas, charangos y arpas, por nombrar solo algunos. Cada uno de ellos realizado utilizando técnicas de las escuelas españolas e italianas que datan del 1900.
Y si bien muchas veces le han preguntado por qué no se moderniza, él prefiere seguir así y entregar un trabajo único, hecho completamente a mano incluso en sus detalles más mínimos, como el teñido de maderas para desarrollar algunos adornos. Es más, también de su taller salen instrumentos de vientos como quenas y zampoñas. "Para hacer cinco instrumentos finos me demoro como dos semanas", comenta Díaz, agregando que durante ese tiempo también se dedica a otras actividades, especialmente a la rehabilitación de instrumentos.
La restauración de guitarras o de arpas, por ejemplo, es parte esencial de su labor, convirtiéndolo en uno de los prestigiosos que hay en la ciudad. Es más, hasta él llegan familias que dejan en sus manos carísimos instrumentos como violines para que queden a punto. Y no se niega, tampoco, a arreglar hasta tambores.
Esa pasión lo llevó a que en 2009 fuera reconocido por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes por su trayectoria y calidad a través de un galvano que le fue concedido en el Día del Artesano.
enseñanza del oficio
Si a alguien le tiene que agradecer en su vida Manuel Díaz -además de su familia-, es a su maestro. "La mayoría de los luthiers son egoístas porque no le gusta traspasar sus conocimientos, pero don Armando tenía una muy buena disposición para enseñar", dice.
Es por eso que él ha querido devolver la mano al destino, y por más de 20 años se ha dedicado a la enseñanza de su arte a jóvenes en riesgo social.
"Yo no lleno de luthiers a la ciudad de Valparaíso, sino que le entrego herramientas para que mejoren sus autoestima, su entorno familiar y le doy algo para que tengan una vida más digna", comenta; advirtiendo eso sí que "no cambio la personalidad de las personas", y por lo mismo está consciente de que no puede salvar a todos, y que muchos de ellos terminan vendiendo las herramientas o los instrumentos que han creado. Según dice, hay estudios nacionales e internacionales que dicen que la recuperación de niños en riesgo social a través del arte es casi de un 30%, y él está orgulloso de poder contribuir a ello.
Es más, se siente orgulloso de que algunos de sus "niños" -como él los llama aunque muchos de ellos están cerca de los 30 años-, hayan logrado entrar a la universidad, y estén perfeccionándose en música o en el arte de la artesanía.
Por lo mismo, está disponible para trabajar con cualquier institución que requiera sus conocimientos. Y si bien ha ofrecido sus talleres a diferentes autoridades, "en el último tiempo he recibido una respuesta negativa". Sin embargo, está dispuesto a abrir las puertas de su hogar para acoger a los que quieran aprender el oficio.
Y no solo eso, ya que también quiere que más gente conozca el trabajo que se esconde tras la creación de instrumentos. Por lo mismo, cada domingo llega hasta la feria de la Avda. Argentina, donde la gente puede hacerle consultas para obtener el presupuesto de un arreglo, o solo conocer más de lo que hace.
Al respecto tiene un sueño más grande: reunir a unos cuarenta artesanos porteños que estén en el registro del CNCA, de los más diversos rubros, y tener unos estand en el pasaje Juana Ross para cada domingo mostrar lo que se hace en la región.
"Valparaíso es una ciudad de arte y cultura, además de ser Patrimonio de la Humanidad. Nosotros somos parte de este patrimonio, porque nacimos y crecimos aquí, y queremos devolver algo de lo que nosotros somos a las nuevas generaciones", concluye.
"Uno piensa que |para esto se necesita talento. Pero en realidad se debe ser observador, tener capacidad para la manualidad fina, el deseo de aprender y un buen guía"