Cuando Barack Obama disputaba en 2008 la Presidencia de EE.UU., uno de los temas centrales de la campaña electoral era la dependencia del país del petróleo extranjero. Había pánico ante las consecuencias de un descenso acusado de la producción en el propio país.
El entonces rival de Obama, el republicano John McCain, prometió a viva voz una política petrolera con el lema "Drill, baby, drill" ("A perforar, amigos, a perforar"). McCain pretendía explotar al máximo los yacimientos petrolíferos estadounidenses.
En cambio, Obama, quien prefería presentarse ante el electorado como un abanderado de la protección del clima, se abstuvo de formular anuncios de ese tipo.
Sin embargo, hace tiempo que Obama ha dejado atrás esa actitud de reserva. Al contrario: el Presidente no oculta su entusiasmo por el auge petrolero que está viviendo su país.
"Por primera vez en casi dos décadas estamos produciendo más petróleo en casa de lo que compramos al resto del mundo", dijo Obama en su reciente conferencia de prensa de fin de año.
Según cálculos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), es posible que EE.UU. se convierta ya en 2015 -un año antes de lo que se preveía- en el mayor productor de petróleo del mundo, delante de Rusia y Arabia Saudí.
La palabra mágica es "fracking". Este controvertido método de explotación consiste en perforar hasta grandes profundidades estratos de rocas y disolver con la ayuda de productos químicos el denominado gas y petróleo de esquisto que se encuentra allí.
Mientras que los ecologistas demonizan este controvertido método -porque temen la contaminación de las capas freáticas- la industria petrolera lo adora, debido a que producir más petróleo significa para este sector bajar los precios.
La frágil recuperación de la economía estadounidense después de la crisis de los años 2008 y 2009 se basa en buena parte en la producción de esta energía barata.
Por esto, el Presidente Obama autoriza cada vez más la explotación de nuevos yacimientos petrolíferos, así como también la construcción de plataformas de perforación en alta mar.
La agencia estadounidense de energía EIA estima que en 2016 se extraerán diariamente 9,5 millones de barriles de crudo, casi el doble que en 2008.
Actualmente, luego de un aumento espectacular, la extracción de petróleo ya llega a casi ocho millones de barriles. La EIA espera que este auge mantenga los precios por debajo de los US$ 100. Concretamente, la agencia pronostica para el año 2017 un precio de US$ 92 el barril.
Efecto en consumidores
Esta perspectiva no sólo es motivo de alegría para las industrias que consumen mucha energía, sino que también mejora sustancialmente el estado de ánimo de los consumidores estadounidenses que acuden a las bencineras para llenar los depósitos de sus autos.
Esto, porque cuanto menos dinero tienen los estoadunidenses que gastar en bencina, tanto mayor la parte de sus ingresos que pueden dedicar a otras compras.
Después de que subieran temporalmente a más de cuatro dólares, el precio del galón (3,79 litros) se sitúa ahora como premio en US$ 3,24, según la información más reciente de la EIA.
Los estados que más contribuyen a la riqueza petrolera de EE.UU. son Texas y Dakota del Norte. En esta última región se extraen con el método del "fracking" cientos de miles de barriles de petróleo de esquisto al día.
Sin embargo, Obama no quiere "perforar cada centímetro cuadrado de este país" sin tomar en cuenta los daños ecológicos ocasionados por una forma de extracción técnicamente cada vez más complicada.
Por esto, el Presidente apuesta también por la producción de energía solar y eólica, así como por el biodiésel, al tiempo que pretende eliminar subvenciones por miles de millones de dólares que se otorgan a las empresas petroleras y gasísticas.
Menos dependencia
Aún así, para la Casa Blanca es altamente beneficioso, desde el punto de vista económico y geopolítico, reducir cada vez más las importaciones para satisfacer el hambre energética.
Esa reducción no sólo mejora notablemente la balanza comercial, sino que también hace que la coyuntura estadounidense sea menos "dependiente de lo que pasa al otro lado del mundo", por ejemplo en Medio Oriente, como ha explicado Obama.
La EIA calcula que de aquí a 2016 las importaciones de combustibles líquidos se reduzcan al 25% de la demanda total en EE.UU.
Piden levantar prohibición de envíos
Entre tanto, existe tan poca preocupación por un eventual desabastecimiento de petróleo en Estados Unidos, que en la industria y también algunos políticos ya han llegado a pedir que se suavice la prohibición casi total de exportaciones de crudo decretada en 1975. Entre otros argumentos, el sector y los expertos fundamentan que las refinerías ya están trabajando al límite de su capacidad y muchas veces no saben qué hacer con tanto petróleo de esquisto.