"Raúl Toro Julio se tomaba una ginger ale y un mejoral antes de entrar a la cancha"
fútbol. Hernán Madariaga, arquero de Santiago Wanderers en la década del 40, desempolva recuerdos de uno de los grandes futbolistas que pasaron por el Decano.
Hernán Madariaga conserva la estampa de arquero. A los 91 años, sus manos siguen seguras y la espalda derecha. La edad tampoco ha dejado marcas en su memoria. Recita con precisión los nombres de los compañeros que tuvo en Santiago Wanderers en la segunda mitad de la década de los 40, cuando fue golero suplente del Decano.
Reconoce de entrada que nunca pudo debutar en el primer equipo, porque durante los años que estuvo en el club siempre hubo un titular indiscutido. Compartió plantel con leyendas como el "Huaso" Sáez, el "Roto" García, Rafael Berruezo y Fernando Campos. Sin embargo, su mayor honor es haber integrado un grupo que tenía una estrella incomparable: Raúl Toro Julio.
El exgolero, que partió en el Centroamérica de Viña del Mar, donde jugó junto a los hermanos Padró, cuenta que llegó joven al club caturro. "Me vieron contra Arcoiris de Catemu y después de un tiempo apareció afuera de mi casa, en 3 Norte esquina 3 Poniente, una micro destartalada donde venía el equipo de Wanderers, me dijeron que subiera, porque íbamos a un partido en Quillota contra un equipo que se llamaba Arturo Prat, como jugué bien, me dejaron", recuerda.
ESTRENOS FALLIDOS
En dos ocasiones Madariaga estuvo a punto de debutar en el primer equipo. Y en una de ellas fue lejos de su puesto bajo los tres palos: Toro no llegaba al estadio y el técnico le entregó la camiseta 7 para que jugara de puntero izquierdo: "El trabajaba en la Caja de Ahorro en Santiago, y rara vez venía por acá para entrenar, decían que llegaba atrasado porque andaba en tomateras, pero yo nunca fui testigo de eso, unas copitas no más se servía. En un partido con la "U" no aparecía Toro, y como no se podían hacer cambios, el entrenador me dijo que jugara de wing, porque le pegaba con la zurda. Iba a dar el pitazo el árbitro y aparece Raúl gritándome "pásame la camiseta cabro". A los cinco minutos dejó parado al arquero Mario Ibáñez marcando un gol en un tiro de esquina. Lo malo fue que perdimos 4-1".
El exarquero wanderino recuerda al crack caturro como un jugador extraordinario, "uno ve jugadores a los que ensalzan tanto y, me van a perdonar, pero yo vi a Raúl Toro, un hombre de gran categoría".
"Es cierto que cuando llegaba tarde, antes de entrar a la cancha le daban una ginger ale y un mejoral, se lo tomaba y quedaba más o menos", recuerda.
Su segunda oportunidad para estrenarse fue en un partido contra Colo Colo en el estadio Nacional. "Vélez, el arquero titular, se lesionó cuando quedaban quince minutos y empatábamos 0 a 0. Le miramos la mano y tenía un tremendo corte en la palma de una mano. El estadio bufaba en favor de Colo Colo, pero de todas maneras yo dije "esta es la mía"...en ese minuto se me acercó el "Roto" García y me dijo "cabro, no te conviene entrar ahora". En eso estábamos cuando el paramédico, "Polito" Marchant, que era de la Armada, pescó a nuestro arquero y le metió una aguja con la que le amarró la carne para que siguiera jugando. Como a los cinco minutos, el "Rata" Rojas le pega pifiado y se le pasa a Vélez por debajo. Después, tiran otro disparo a media altura y de nuevo gol. Perdimos 2-0", asegura.
El presidente en esos años era el recordado Guillermo Cárcamo, "una gran persona" afirma Madariaga.
"Imagínese que jugamos una vez un partido amistoso en Concón, el hombre estaba al lado nuestro y hasta nos ayudaba a ponernos los zapatos", destaca.
Hernán Madariaga
Exarquero de Wanderers
Premios, ternos
y zapatos
Ganar un partido importante significaba mucho para los jugadores en la primera mitad del siglo XX. Según relata Hernán Madariaga, con el premio por triunfar en un clásico ante Everton, recibía un premio en dinero "que me alcanzaba para comprar un par de zapatos y un terno". Raúl Toro, según relata, lo apoyó para que le pagaran los mismo incentivos que al resto del plantel, pese a ser suplente. "Era un gran compañero de equipo, no era de muchas palabras, pero sí un caballero", recuerda el exgolero.