Un estudio del Automóvil Club de Chile revela que el 92% de los conductores sobrepasa los límites de velocidad, tanto en la ciudad como en las carreteras. El análisis da cuenta que los infractores son varones de entre 48 y 58 años, de clase media alta, cuyos ingresos les permiten adquirir vehículos nuevos de potencia superior.
Si bien es cierto un porcentaje de los encuestados para la realización de este estudio reconoce haber sido infraccionado por sobrepasar los límites, la tendencia se mantiene. Lo más grave de este cuadro es que esta infracción a las normas de velocidad es la causa mayor de accidentes fatales que ocurren en calles y caminos del país. Cuatro de cada diez muertes en las vías se deben a excesos de velocidad. Y en ese recuento no se puede dejar de lado la cifra, no bien precisada, de lesiones de diversa cuantía originadas por la misma causa.
Con un parque automotriz en permanente crecimiento esta realidad es grave, pues aunque se ha creado conciencia sobre el riesgo de consumo de alcohol y conducción, no se ha instalado una cultura de repudio social masivo ante los excesos de velocidad, según lo ha señalado la secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional de Seguridad del Tránsito, María Francisca Yáñez.
En nuestra zona y en esta época de gran afluencia de visitantes, la materia adquiere especial importancia. De partida está la responsabilidad de cada conductor, el cuidado personal y el respeto a la integridad física y bienes de otros usuarios de la vías y, además, de quienes circulan por las aceras que en ocasiones no son ajenos a los resultados, a veces letales, de los excesos en la conducción.
Pero también la autoridad tiene un rol preponderante en esta materia, manteniendo controles, cursando infracciones y haciéndose presente en aquellos puntos donde la infracción se detecta y es frecuente.
Un punto que no se debe descuidar es el relativo a señalizaciones claras, advirtiendo sobre límites y condiciones generales de las vías.
En suma, frente a conductas irresponsables y mayoritarias, como lo indica el mencionado estudio, cabe en lo general una acción educativa, informativa y de control, pero también, básicamente, un actitud individual de prudencia y respeto a la seguridad personal y colectiva.