Wawrinka sorprendió a Rafael Nadal
tenis. El suizo logró en Melbourne su primer Grand Slam, venciendo al número uno del mundo.
Los partidos hay que jugarlos. Esta frase quizás resume lo ocurrido durante la final masculina del Abierto de Australia, que ayer culminó con el gran triunfo del suizo Stanislas Wawrinka, imponiéndose con parciales de 6-3, 6-2, 3-6 y 6-3, en dos horas y 21 minutos de juego, al favorito y primer clasificado del torneo, Rafael Nadal.
Y es que todas las expectativas del mundo tenístico estaban puestas sobre el español, quien de ganar, igualaba el récord de 14 títulos en Grand Slams que ostenta el estadounidense Pete Sampras, presente en las tribunas y en la ceremonia de premiación.
Sin embargo, nadie imaginaba que algo diferente ocurriría en la final, menos si se consideraba la estadística de 12-0 en favor del mallorquín en el historial de enfrentamientos de ambos. Incluso daba la sensación de que muchos no consideraron la gran campaña del suizo N° 8 del mundo en el presente torneo, que incluía su sorpresivo triunfo nada menos que sobre el serbio Novak Djokovic, campeón defensor y vencedor en Melbourne los tres últimos años.
Así las cosas, desde las primeras pelotas jugadas sobre la pista central del Road Laver Arena, se evidenció que ambos no estaban dispuestos a regalar nada.
Wawrinka, mentalizado desde el principio, logró sacar una luz demasiado importante en los dos primeros sets, logrando una distancia que a la larga sería insuperable para Nadal. Pero el español, fiel a su estilo, nunca dejó de batallar, lo que volvió la brega más interesante, logrando incluso llevarse el tercer set por 6-3, situación que abrió las esperanzas en la afición presente en el recinto, que pagó por ser testigo presencial de una página histórica del tenis y otra hazaña del hispano, que si lograba ganar lograba emular a Sampras.
Incluso, estando 4-2 arriba el suizo, Nadal logró el quiebre, desatando la locura entre los espectadores. Pero el suizo le devolvió la mano inmediatamente, luego de lo cual hizo un gesto inequívoco con el puño sobre la sien, demostrando claridad sobre el objetivo trazado, que ni su amigo número uno del mundo se lo quitaría.
Con el marcador 5-3 a su favor, el helvético ganó el último parcial sin ceder puntos, alcanzando de forma impecable, a los 29 años, su primer título de Grand Slam en su carrera.