Cada cierto tiempo, con porfiada persistencia, reaparecen en los medios de comunicación los reclamos y denuncias en contra de los jueces por sus fallos. Sea porque dictaron un veredicto absolutorio respecto a un imputado mapuche en la Araucanía, sea porque rechazaron o porque concedieron la medida cautelar de prisión preventiva en un caso determinado.
Sorprende que algunos de esos reclamos provengan de abogados.
La labor del abogado se caracteriza por solucionar los problemas de otras personas, rasgo común a todas las profesiones: el contador, el médico, el ingeniero, el profesor, en fin, todos trabajamos resolviendo problemas concretos de los otros, generando un valor para los demás.
Sin embargo, lo que caracteriza la profesión del abogado y la distingue de las otras profesiones es que siempre la solución del problema del cliente se obtiene logrando que un tercero, que otra persona, haga algo a lo que no está obligado, a lo que legítimamente podría negarse. Si se revisa con atención el quehacer de los letrados en los más distintos ámbitos, se puede concluir que todos, de una forma u otra, ejercemos nuestra profesión enfocados a la solución de problemas concretos de las personas y esa solución consiste en que determinados terceros actúen de cierta manera. El caso más visible es el del abogado litigante, que debe convencer al tribunal que resuelva el asunto en un sentido determinado, en tanto los jueces son libres para decidir también de otra manera. Un análisis profundo y hermoso de esta singularidad de la abogacía se encuentra en el libro "Retórica" del profesor Rodrigo Valenzuela Cori.
La labor del abogado es, entonces, provocar una acción, es una intervención en la sociedad que se ejecuta dentro de un ambiente institucionalizado.
Es por esto que, cuando provienen de abogados, los reclamos mediáticos en contra los jueces a propósito de sus sentencias son incomprensibles e inevitablemente configuran para quienes los formulan una deserción del ejercicio profesional, una verdadera renuncia al cumplimiento de su tarea que es, precisamente, la de convencer a los jueces dentro del espacio del proceso.
Eduardo Morales Espinosa
Profesor Escuela de Derecho Universidad de Valparaíso