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Las victorias de Viña del Mar

A raíz del comprobado maltrato a algunos de los equinos que arrastran los coches, aparecen voces pidiendo suprimir el tradicional sistema.
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En muchos países de mundo encontramos coches tirados por caballos como parte de la oferta turística. Es así en Europa, en Estados Unidos y en nuestro propio continente, por citar ejemplos concretos y conocidos.

En Viña del Mar, principal centro turístico del país y uno de los más importantes del continente, tenemos el servicio de coches victoria, mantención de un sistema que se remonta al siglo antepasado y que durante mucho tiempo fue parte del transporte público de la ciudad.

Los vehículos motorizados, la congestión de las calles, la demanda -no siempre necesaria- de rapidez, hicieron mermar la cantidad de victorias en las calles de la Ciudad Jardín limitando sus recorridos al transporte de turistas por áreas acotadas de la comuna.

En estos días, a raíz del comprobado y lamentable maltrato a algunos de los equinos que arrastran los coches, han aparecidos voces pidieron -con justa razón- la supresión del tradicional sistema e incluso la alcaldesa Virginia Reginato ha sugerido que se evaluará su mantención.

Cabe mencionar que este escenario de molestia que se ha dado no es nuevo, considerando que la queja de algunos grupos ciudadanos sobre el trato a los caballes se ha realizado en años anteriores, sin embargo los problemas persisten.

Entonces, lo que procede, bajo estas circunstancias, es una capacitación permanente de los cocheros junto al control de las exigencias de las licencias con que éstos deben contar.

Los controles, por otra parte, deben ser referidos a alimentación, estado de salud de los caballares y edad útil para el trabajo, además de considerar el estado de los coches mismos, su peso, capacidad y saneamiento de los puntos de estacionamiento, entre otros aspectos, como ser más riguroso con el número de horas de trabajo de estos animales.

Además, si se pretende que este transporte sea una imagen de la ciudad debe exigirse a quienes lo manejan una mejor presencia y trato a los turistas. Sumado a lugares apropiados y claros desde donde ofrecerán el servicio.

En lo general hay que atender a la precariedad económica del sistema, considerándolo como un patrimonio de la ciudad que debe ser apoyado por la autoridad, por las organizaciones que agrupan a la actividad turística y por aquellos que proclaman la defensa de los animales.

De no cumplirse estas exigencias, que deberíamos considerar como mínimas- lamentablemente deberemos apoyar con fuerza y claridad el eventual término del servicio, tal como lo ha señaldao la alcaldesa Reginato.