Cada verano, miles de personas tratan de escapar del calor en playas y piscinas. Pero la irresponsabilidad, la osadía de los jóvenes, y muchas veces también el consumo excesivo de alcohol, hacen que algunas vacaciones terminen en tragedia. En esta época se multiplica la tasa de accidentes con resultado de traumatismo raquimedular (TRM), lesiones en la columna que pueden en cuadros tan graves como paraplejias o tetraplejias, es decir, pérdida parcial o total de la capacidad motora de las extremidades (ver recuadro), además de compromisos de sensibilidad y falta de control sobre otras funciones corporales, como la micción, la defecación o la función sexual.
En nuestro país, la tasa de accidentes de este tipo de accidentes alcanza los 3,2 casos por cada cien mil habitantes, porcentaje que es más alto durante el verano y que tiene una prevalencia todavía mayor en la región de Valparaíso, por sus características de zona turística. Esto se debe a que la principal causa de estas lesiones son los piqueros y zambullidas que terminan estrellando la cabeza en el fondo o en una roca. El golpe causa un movimiento brusco que provoca a su vez la rotura de los ligamentos que sostienen las vértebras, lo que permite que estas se desplacen. Este desplazamiento afecta a su vez a la médula, el cordón que recorre el canal vertebral y que se encarga de conducir los impulsos nerviosos desde el cerebro hacia el resto del organismo.
Lesiones
Lesiones
"Las lesiones pueden de distintas características: por compresión y fractura de la vértebra, lo que causa que un fragmento de ésta se rompa y cause daño en la médula, por hiperflexión del cuello, lo que causa una luxofractura de la vértebra y comprime el líquido del canal raquídeo, o por extensión excesiva. Las consecuencias dependen de la magnitud del daño medular, y de su segmento o nivel en el canal raquídeo o raquis", explica el doctor Leonidas Quintana, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Carlos van Buren, que es un centro de referencia para el tratamiento de este tipo de traumatismos. Según explica el especialista, cerca del 55 por ciento de estas lesiones afectan a las vértebras cervicales, mientras el resto se reparte en proporciones similares entre las zonas dorsal, dorso-lumbar y lumbo-sacro.
Consecuencias
Consecuencias
Afortunadamente, no todas las lesiones cervicales causadas por golpes o caídas violentas son fatales, y muchas veces incluso es posible que las consecuencias sean limitadas. Claro que ese escenario suele depender de dos variables: las características de la lesión y, además, la calidad y oportunidad de la atención que se brinde al paciente lastimado, lo que permite controlar y reducir las lesiones secundarias asociadas al accidente, como las infecciones o el deterioro causado por la falta de irrigación sanguínea.
"En este sentido, resulta fundamental la asistencia que se brinda al paciente traumatizado, tanto en el lugar mismo del accidente como en su traslado a un centro asistencial y en el mismo sistema de urgencia. El objetivo inicial debe ser evitar el desplazamiento de la zona afectada y, con ello, un daño adicional sobre la médula espinal", añade el doctor Ricardo Soto, también especialista del Servicio de Neurocirugía y académico UV.
Reacción
Reacción
En este sentido, junto con realizar las evaluaciones básicas en caso de una lesión traumática (respiración, permeabilidad de las vías aéreas, condición cardiovascular y presión arterial), la recomendación es examinar al paciente decúbito dorsal, en posición neutra; no movilizar cuello ni tronco; inmovilizar toda la columna vertebral, tórax, pelvis y extremidades, y utilizar una tabla de apoyo para el traslado.
"Frente a la lesión primaria, que es la laceración de la médula, no es mucho lo que se puede hacer. Sin embargo, sí es posible combatir con éxito las lesiones secundarias", añade el doctor Quintana, explicando que, una vez en el centro hospitalario, las principales misiones del equipo médico son reducir la lesión, recuperando la alineación del canal raquídeo; descomprimir las estructuras nerviosas (médula y raíces), y fijar el canal raquídeo (o raquis), y extirpar la hernia de núcleo pulposo (HNP). Esto último debe hacerse a través de una cirugía, la que si bien no es excesivamente compleja, sí requiere de mucha precisión, tanto para sacar el disco dañado como para colocar en su reemplazo un injerto y las fijaciones de éste.
Rehabilitación
Rehabilitación
En cuando a la rehabilitación, y considerando que muchas veces estos accidentes causan lesiones irreversibles, en algunos casos es posible que la zona afectada recupere paulatinamente algo de actividad, lo que permite que se puedan recuperar ciertos movimientos y algo de movilidad. Sin embargo, se trata de avances parciales, y que dependen de tratamientos largos, de altísimo costo, muy intensivos en el uso de medicamentos, con controles médicos permanentes y trabajo kinesiológico, y que deben enfrentar además complicaciones asociadas a la lesión, como la aparición de escaras a causa de la falta de movilidad, las complicaciones respiratorias y las infecciones, especialmente urinarias.
"Frente a la lesión primaria, que es la laceración de la médula, no es mucho lo que se puede hacer. Sin embargo, sí es posible combatir con éxito las lesiones secundarias".
Dr. Leonidas Quintana,
académico UV.
Tipo de lesión
Las consecuencias de un traumatismo raquimedular se clasifican según el compromiso de la motilidad, que es la capacidad de moverse en forma espontánea e independiente:
Paraparesia o falta de fuerza en las extremidades inferiores
Tetraparesia o falta de fuerza en las cuatro extremidades
Paraplejia o ausencia de movimiento en las extremidades inferiores
Tetraplejia o ausencia de movimiento en las cuatro extremidades