Muertes en la Ruta 68
Ante la reiteración de accidentes fatales hay que considerar el exponencial crecimiento del parque automotriz.
Cinco muertes en una semana casi en el mismo lugar. Trágicas cifras en la Ruta 68 que une Valparaíso y Santiago. Las investigaciones técnicas de esos casos revelarán en forma definitiva las causas de los hechos fatales, aun cuando ya se adelanta que el factor humano sería determinante en estas lamentables situaciones.
Sin embargo, no se pueden tomar estos hechos como casos puntuales. Deben situarse en un contexto general.
En primer lugar hay que considerar el exponencial crecimiento del parque automotriz. En nuestras carreteras y en particular en la que ha sido escenario en estos días de los hechos consignados, circulan automóviles particulares, camiones de carga y buses de transporte público. Todos, con sus desiguales dimensiones y pesos deben compartir los mismos espacios.
Hay también otro factor: una alta mayoría de esos vehículos son nuevos -a veces también con conductores novatos- y alcanzan rápidamente gran velocidad, difícil de controlar especialmente cuando se trata de detener la máquina. La proximidad y la velocidad hacen que el impacto sea inevitable con las conocidas y reiteras consecuencias.
En un balance general del problema no se pueden dejar de lado las condiciones de las vías de circulación. ¿Es adecuado su diseño ante la creciente demanda? ¿Se condicen los márgenes de velocidad con el señalado aumento del parque? ¿Hay suficientes elementos de protección y de señalización en las vías?
Es un hecho, positivo sin duda, el esfuerzo constante por controlar estos flujos mediante una tarea policial que considera velocidad, estado de los vehículos y condiciones de los conductores, específicamente en cuanto al consumo de alcohol.
Sin embargo, no se logra frenar la cantidad de víctimas fatales, lesiones de diversa cuantía y daños de consideración.
Más allá de factores generales y políticas preventivas, importantes todos, debemos centrarnos en conductas individuales. Responsabilidad personal de cada conductor en un escenario complejo como el descrito. Hay que internalizar las cambiantes nuevas realidades del tránsito en calles y caminos, realidades que exigen conciencia sobre los riesgos existentes cuando se está frente al volante.