Cuando solo queda un poco más de una semana para que el gobierno del Presidente Sebastián Piñera finalice y, a su vez, parta el periodo de cuatro años de la Mandataria Michelle Bachelet, el país ha vivido días dignos de destacar, sobre todo por el sentido republicano y de respeto total a las instituciones. En los distintos medios de comunicación hemos podido apreciar intensos encuentros entre los ministros salientes y recientemente designados, de manera de poder coordinar de la mejor manera el traspaso de funciones, conocimiento de los proyectos en desarrollo en cada uno de los sectores y apreciaciones sobre el futuro de cada una de las carteras.
Instancias que no se dan por primera vez, sino que han sido la tónica de los distintos gobiernos desde el regreso de la democracia hace ya 24 años.
No son muchos los países en el mundo que pueden destacar estas situaciones, lo que hace de Chile un país digno de imitar en el respeto que merece el Estado, independiente de los colores políticos que gobiernen. Esta señal se puede interpretar, que más allá de las críticas que se realizan al mundo político, lo que prevalece en estas situaciones es la necesidad de mantener una cierta continuidad en los programas, más allá de los énfasis que cada una de las administraciones pueda dar a su periodo de gobierno.
Entonces, necesario es mantener esta tradición republicana y, quizás, potenciarla en otras instancias como intendencias, seremías y servicios.
Donde es clave que quienes asuman nuevas responsabilidades -en regiones- sepan con detalles lo que se ha hecho, lo que se está haciendo y los proyectos en desarrollo. Así, por ejemplo, se espera que el intendente Raúl Celis se reúna con la nueva máxima autoridad regional, Ricardo Bravo. Instancia, insistimos, que no solo debe ser protocolar, sino que también de trabajo. Así, los beneficiados al final del día son los ciudadanos, aquellos que con su voto deciden quién gobierna el país.
El sentido republicano que ha desarrollado Chile en todos estos años es, quizás, uno de los bienes más preciado que tiene el país y sus habitantes. En este sentido urge cuidarlo y potenciarlo, para no caer en situaciones extremas como la que viven algunos países en Latinoamérica.
El respeto entre las distintas corrientes políticas y por quien piensa distinto es una de las claves para mantener un país en crecimiento y con la estabilidad de las últimas dos décadas.