Secciones

Crece el misterio por el bitcoin: su supuesto creador asegura que no tiene nada que ver con la moneda digital

E-mail Compartir

El misterio sobre la creación de la moneda virtual más popular del mundo no deja de crecer: Dorian Prentice Satoshi Nakamoto, considerado su supuesto creador, dice que él no tiene nada que ver con el bitcoin.

Nakamoto rechazó una extensa investigación publicada en su portada por la revista Newsweek, según la cual él es el autor de los códigos informáticos que sustentan el bitcoin.

En una entrevista con AP, Dorian Prentice Satoshi Nakamoto, de 64 años, dijo que nunca había escuchado hablar del bitcoin hasta que su hijo le contó que un reportero de Newsweek lo contactó hace tres semanas. Nakamoto reconoció que muchos de los detalles publicados por Newsweek son correctos, como que alguna vez trabajó para un contratista de defensa y que su nombre de nacimiento es Satoshi, pero rechazó la afirmación de la revista de que es "el rostro detrás del bitcoin".

"No tengo nada que ver con eso", reiteró varias veces.

Newsweek ratificó su historia, con la cual relanzó su edición impresa luego de 15 meses y con un nuevo propietario.

Desde la aparición del bitcoin en 2009, su creador ha permanecido en el misterio. La persona o personas que la crearon se conocen sólo como "Satoshi Nakamoto", que muchos observadores consideran un seudónimo.

Bitcoin ha ganado en popularidad entre los fanáticos de la tecnología, los partidarios de la libertad a ultranza y los inversionistas de riesgo porque permite realizar transacciones entre personas, comprar bienes y servicios y cambiar dinero a través de las fronteras sin participación de bancos, emisores de tarjetas de crédito ni otras terceras partes. Por eso mismo, gusta a los delincuentes.

Por varias razones técnicas, es difícil saber cuántas personas tienen bitcoins, pero la moneda digital se ganó la fuerte atención de la prensa y la fascinación de millones cuando grandes minoristas como Overstock.com comenzaron a aceptarla.

Un Estudio detecta que la dieta mundial es cada vez más homogénea

análisis. Según la investigación, cada vez se descansa en menos cultivos para la alimentación, lo que genera riesgos ante crisis alimentarias.
E-mail Compartir

La creciente homogeneidad de los suministros mundiales de alimentos presenta graves riesgos para la agricultura y la alimentación. Así, al menos, lo asegura el investigador Colin Khoury, del Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT), uno de los principales centros mundiales en esta materia.

"Más personas consumen más calorías, proteínas y grasas y dependen de un conjunto cada vez más reducido de cultivos como el trigo, el maíz y la soja, junto con la carne y los productos lácteos para la mayor parte de su dieta", señaló Khoury a la agencia Efe.

Según el experto, la difusión mundial de una dieta estándar ha puesto a disposición de más poblaciones más comidas, pero a costa de la diversidad de los cultivos locales y esta uniformidad aumenta el peligro de crisis alimenticias debidas al cambio climático o la propagación de pestes de los cultivos.

Khoury y Luigi Guarino realizaron un estudio sobre el tema apoyados por el Fondo para la Diversidad Global de Cultivos, y publicaron sus conclusiones en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

"Para entender lo que ocurre con los cultivos en todo el mundo, analizamos cuáles se están convirtiendo en más importantes y cuáles decrecen, y qué come la gente en todo el mundo", explicó Khoury.

Los científicos estudiaron cuáles son los productos agrícolas básicos en la dieta a nivel nacional y encontraron que, entre 1961 y 2009 las dietas se han tornado cada vez más similares.

predominantes

Los cultivos ahora predominantes en las dietas en todo el mundo incluyen algunos que ya eran importantes medio siglo atrás, como el trigo, el arroz, el maíz y la papa.

Pero el estándar emergente de suministro alimenticio global consiste también de alimentos con alto contenido de energía como la soja, y los aceites de girasol y de palma.

El trigo es un cultivo básico mayor en el 97,4 por ciento de los países y el arroz en el 90,8 por ciento, dijo Khoury. La soja se ha convertido en un alimento significativo en el 74,3 por ciento de los países.

"En cambio muchos cultivos considerados de importancia regional, como el sorgo, el mijo y el centeno, al igual que cultivos como la patata dulce, la casava y la batata (o boniato) han perdido terreno", añadió.

La mayor parte de los cambios en la agricultura, para atender la creciente globalización de una "dieta occidental" con elevado contenido de calorías, ocurre en Asia y en Africa, pero aún en países como Colombia, por ejemplo, ha habido una disminución de los cultivos de banana, plátano y casava", dijo Khoury.

Esta evolución de la dieta global "tiene implicaciones para la agricultura en la producción, y para la nutrición".

"Creemos que cuando más gente consume una dieta globalizada, más se extiende la cosecha de unos pocos cultivos en todo el mundo y disminuye la diversidad en los sistemas de producción", agregó el investigador.

La uniformidad hace que la agricultura sea más vulnerable a las enfermedades de las plantas, y a los efectos del cambio climático, como las sequías, que afectarán a más gente en todo el planeta.

Desde el punto de vista de la nutrición, señaló Khoury, la creciente dependencia en unos pocos cultivos también puede acelerar el incremento global de la obesidad, las enfermedades cardiacas y la diabetes, males afectados por los cambios dietéticos y que se han convertido en grandes problemas de salud pública.

"Los países que experimentan cambios dietéticos rápido también ven incrementos rápidos en las enfermedades asociadas con la sobre abundancia", apuntó Khoury.

Algunos indicios positivos

Los investigadores también detectaron en su trabajo algunos signos considerados positivos: Khoury detalló que hay casos como el del norte de Europa, "donde hay indicios de que los consumidores tienden a comprar más cereales y vegetales y menos carne, aceites y azúcar". Según el estudio, hechos como éste podrían reforzar el uso de cultivos alternativos que diversifiquen la dieta, actualmente demasiado homogénea.