Hace seis años que Santiago Wanderers es una sociedad anónima y claramente hay deudas pendientes, tanto dentro como fuera de la cancha. Los mediocres resultados, el no encontrar aún un perfil para el técnico, la lejanía con los hinchas y el mal nivel de los supuestos refuerzos surgen como enormes temas en la administración de Jorge Lafrentz al frente del Decano.
Muchas han sido las críticas y en vísperas de un nuevo fracaso deportivo en el torneo de Clausura, bien vale revisar cada uno de los puntos que no dejan de causar una intensa crítica entre los aficionados que participan de las redes sociales.
Porque no solo valen los resultados, sino la forma en que se juega y, claramente, los verdes están lejos de ser un conjunto que dé seguridad como para pensar en aspirar a la liguilla y luego quedarse con un cupo en la Copa Sudamericana.
Apenas cuatro de los grandes pecados de la sociedad anónima en calle Independencia.
LOS MALOS RESULTADOS
Han condicionado cualquier éxito en el aspecto administrativo. Primero fue el ascenso a Primera División, lo que costó más allá del riquísimo plantel con que se contaba en su momento. Sin embargo, en la serie más alta del fútbol chileno, el Decano en estos años ha sido nada más que un espectador de lo que hacen los clubes supuestamente más grandes del medio. Todos los dirigentes y técnicos que han llegado al verde hablan de una u otra forma de volver a ser protagonistas, recordando lo acontecido en el 2001 bajo las órdenes de Jorge Garcés. Sin embargo, cada uno ha fracasado en su meta.
Santiago Wanderers es hoy uno más en la tabla de posiciones. Uno más en la parte baja del torneo. Uno más que no deja de luchar por perder la categoría, pese a que al momento de asumir, en la sociedad anónima el primer objetivo era reposicionar al verde en nuestro fútbol.
¿Y EL TÉCNICO?
¿Y EL TÉCNICO?
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Ocho han sido los entrenadores durante la gestión de la sociedad anónima: Gustavo Huerta, Jorge Aravena, Humberto Zuccarelli, Jorge Garcés, Juan Manuel Llop, Arturo Salah, Ivo Basay y ahora Héctor Robles han asumido con escaso éxito la responsabilidad de liderar al primer equipo del Decano, aunque vale reconoce que en su momento nadie dudaba de Salah o Basay, quienes pasado el tiempo fracasaron igual que el resto de técnicos.
Hoy vale preguntarse, la mesa que encabeza Jorge Lafrentz ¿conoce el perfil que necesita el entrenador de Santiago Wanderers? Se habla de gente que le dé prioridad a los jóvenes, pero ¿Salah y Basay lo hicieron? Le dieron la oportunidad de jugar a los más jóvenes. No obstante, la continuidad es necesaria para que ese "proyecto" de futbolista no se quede en el camino.
LEJANÍA CON LOS HINCHAS
LEJANÍA CON LOS HINCHAS
Si la sociedad anónima ha cometido un pecado durante todos estos años es su lejanía con los hinchas, marcado todo por los malos resultados que ha obtenido el primer equipo en cada uno de los torneos que le tocó enfrentar.
Los altos valores de las entradas asoman como casi un detalle en una relación desgastada que cada cierto tiempo pretende ser recompuesta con algunos actos de carácter social en lugares de Valparaíso.
Lamentablemente, los insultos en la cancha y la poca comprensión que existe hacia el fervor que causa un "club-ciudad" como bien lo definió Ernesto Ottone en su momento provocan un distanciamiento que no deja de llamar la atención.
Los últimos desmanes provocados por la barra "Los Panzers" son un signo que se debe tomar en cuenta. Algo está pasando y en la casona verde el tema aún no es bien identificado.
REFUERZOS EN DEUDA
REFUERZOS EN DEUDA
El plantel de Santiago Wanderers no tiene un valor menor. Son casi 90 los millones que mensualmente cuesta el equipo que hasta hace una semana dirigía Ivo Basay y hoy lo hace Héctor Robles.
¿Qué pasa? Desde la llegada de la sociedad anónima han sido muchos los refuerzos, sin embargo, pocos los que se han quedado en la retina de los hinchas gracias a su buen rendimiento. Tal vez Pablo López, quien fue figura en el cuadro que ascendió a Primera División es la excepción. Pero poco más, porque quienes más han rendido han sido dos futbolistas que llegaron desde la capital para volver a la institución que los vio nacer: Moisés Villarroel y Jorge Ormeño.