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El nulo aporte del Congreso al desarrollo de El Almendral

Ciudad. Cinco destacados arquitectos locales realizan lapidario diagnóstico a 24 años de la instalación del Poder Legislativo en Valparaíso. Su falta de relación con el entorno y la carencia de un plan integrador de la zona propician el abandono en el que hoy se encuentra el sector.
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El reciente cambio de mando presidencial, realizado en Valparaíso, mostró un completo operativo para recibir la asistencia de altos dignatarios que llegaron hasta la Ciudad Puerto para participar de esta ceremonia republicana. Por cierto, era una fiesta cívica y había que tener todo en orden y limpio para que el sector, al menos, estuviera a la altura de tan magna actividad. El pasado 11 de marzo el Congreso lucía impecable, como siempre, pero a los ojos del porteño el maquillaje aplicado no ocultaba un problema que se arrastra hace 24 años: la marcada disociación entre el Parlamento y su entorno, el cual permanece prácticamente inalterable desde 1990, año en que se inició la labor legislativa en Valparaíso.

Una realidad que no es nueva, pero que para cinco destacados arquitectos de la zona se torna hoy en día en un tema complejo que debe ser abordada de forma urgente, pero no porque exista la necesidad imperiosa de darle al Congreso un entorno adecuado por el solo hecho de ser el Poder Legislativo, sino porque su permanencia, guste o no, se ha transformado en un factor negativo que ha impedido el desarrollo del sector.

Coinciden en que las expectativas fueron altas cuando comenzó su construcción en 1988 sobre los terrenos del extinto hospital Enrique Deformes. Se pensó en la creación de un barrio cívico, que iba a surgir un crecimiento explosivo de proyectos inmobiliarios y de servicios que pudieran complementar la intensa actividad del Congreso. Pero nada de ello ocurrió.

Los factores que incidieron en este fracaso son muchos, entre ellos la alta especulación del valor de los terrenos circundantes, pero también la falta de una política pública clara y desde su génesis que considerara una complementación armónica entre Parlamento y ciudad.

ROL CÍVICO Y PÚBLICO

"Cuando se inserta el Congreso urbanamente, dónde se coloca y cómo se coloca es completamente disociado de cómo estaba estructurada la trama de El Almendral, conformada por fachadas continuas y donde los espacios cívicos o de reunión que aparecen son las plazas", precisa Marcela Soto, arquitecta, coordinadora del Área de Territorio y Gestión del Departamento de Arquitectura de la Universidad Santa María (USM) y especialista en planificación urbana.

En este sentido, explica que el edificio, creación de los arquitectos Juan Cárdenas, José Covacevic y Raúl Farrú, "en vez de armar una manzana, es un edificio que se coloca al centro de la manzana y coloca parque alrededor, un antejardín (...), cosa que nuestro plan no tiene esa conformación, no hay nada que tenga antejardín, siempre es la conformación de cerrar la manzana y desarrollar al interior".

Y si bien afirma que en un principio la idea fue dejar las áreas verdes abiertas a la comunidad, "si no me equivoco, a los cinco años eso ya estaba todo enrejado".

Para Marcela Soto, sin duda que el Congreso debió ser desde un principio un ente promotor de El Almendral: "Siempre, eso es lo que tienen los edificios públicos, su condición sine qua non de ser educadores de civilidad, es un espacio inherentemente público", pero su actual estado de vinculación con el medio lo convierte, a su juicio, "en una cápsula que no aporta al desarrollo de El Almendral en ningún sentido".

"RUINA URBANA"

Una postura que reafirma el arquitecto Daniel Morales, secretario general del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, quien lamenta que no se haya hecho en el sector "ninguna intervención, ni pública ni privada, salvo las cosas que ha efectuado la Municipalidad, por ejemplo, en la superficie de la avenida Argentina, pero que en realidad son obras menores, no son proyectos".

Por ello su diagnóstico es lapidario: "Todo el entorno del Congreso mismo es lo peor que tenemos como ciudad. Yo, como porteño, ante una persona que me pregunte dónde ir, creo que el Barrio Puerto mismo, en el estado en que está ahora, y este sector de El Almendral, no los recomendaría, son como las periferias de Valparaíso en este momento".

Una opinión dura, pero que da cuenta de su frustración al ver en un estado de completa inmovilidad una zona que considera de gran potencial. "Han pasado ya 24 años y tenemos El Almendral casi como una ruina urbana (...) Ahora, si empezara a repoblarse y se rompiera esta inercia de especulación que generó el Congreso, en el cual los precios de los terrenos se elevaron de una forma significativa, podríamos tener un Almendral bastante más amable".

Pero mientras ello no ocurra, la sede legislativa seguirá siendo, de acuerdo a su visión, "un gigante egoísta que tiene unas rejas que cuidan los parques maravillosos que están detrás y que no los puede usar nadie".

ADAPTACIÓN A LA CIUDAD

Para Mauricio Puentes, arquitecto y secretario Académico de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), un factor relevante para tratar de superar este distanciamiento es que el Congreso disminuya su autoaislamiento y promueva la permeabilidad con el sector que lo rodea.

"Quienes propusieron ubicar el Congreso en Valparaíso no consideraron el ambiente de relación entre éste y el contexto en el cual se emplazó. Sin embargo, esto no inhibe la posibilidad de revertir la casi nula relación entre el edificio y la ciudad", aunque "sería un error pensar que para esto la ciudad deba adaptarse al edificio; es éste el que debe adaptarse a la ciudad (...), pero la realidad es otra, el edificio sostiene su condición de formalidad que no acepta la intervención, que se declara agredido y por ello se cierra y se aleja".

"VA MÁS ALLÁ"

Y si bien Paz Undurraga, arquitecta, magíster en Economía Urbana y vicepresidenta de Ciudadanos por Valparaíso, reafirma esta adaptación del Poder Legislativo a la vida de El Almendral, su visión de desarrollo del sector está por sobre la presencia del Congreso en el lugar.

"Yo no pondría al Parlamento como que es el eje articulador del sector (...) El Almendral va más allá del Congreso, hay que convivir de otra manera", agregando que la gestión de apertura del recinto no solo se circunscribe "a bajar la reja, sino que a empezar a distribuir el territorio, otras centralidades que permitan armar una red de comunicación de interacción con el territorio".

Por ejemplo, la también directora del Centro de Estudios para el Desarrollo Urbano Contemporáneo (DUC) de Valparaíso menciona que la presencia de entidades de educación superior en esa zona y los servicios que nacen producto de ello en el sector se transforman por sí solos en un recurso de desarrollo que debería impulsarse en mayor medida "porque ahí hay un encadenamiento virtuoso".

posibles SOLUCIONES

En cuanto a cómo solucionar el complejo escenario que enfrenta El Almendral, Undurraga plantea que la creación de "una entidad gestora de El Almendral, que reúna al municipio, Serviu, Minvu y Bienes Nacionales de manera íntegra, que permita gestionar este sector, serviría para aunar iniciativas, aunar intereses, aunar información sobre el territorio".

Por su parte, la arquitecta Marcela Soto, de la USM, propone "generar una solución de diseño urbano que vea cómo configurar un entorno adecuado para el Congreso", aclarando, no obstante, que "cuando me refiero a entorno no me refiero solo a hermoseamiento urbano, sino que a colocar programas públicos aledaños a la condición cívica del Congreso, que podría ser lo que se planteó en Santiago con la creación del Centro Cultural Palacio de La Moneda", junto con establecer una normativa "que permita a los privados intervenir en esa parte de mejor manera, pero con un proyecto público detrás".

En este sentido, considera de suma importancia en esta reestructuración urbana la recuperación e integración al espacio de la iglesia Los Doce Apóstoles de la avenida Argentina, que sufrió graves daños producto del terremoto de febrero de 2010.

En tanto, Rodrigo Saavedra, director de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), señala que "habría que pensar algún proyecto. Me imagino abrir un concurso sobre los espacios públicos que contextualizan el edificio, algo que lleve a ciertos arquitectos y estudiosos a concentrarse y pensar bien en cuál sería el modo de contextualizar ese edificio. Los concursos, en ese sentido, son buenos porque implican concentración e implican estudios del lugar".

Asevera, sí, que una condición que debe cumplir la consecución de este objetivo es "que habría que estudiar bien el Congreso en El Almendral, es decir, que no es sin El Almendral, es con ese barrio".

Ahora, frente a la disyuntiva que renace en determinados periodos sobre la permanencia del Poder Legislativo en Valparaíso, el arquitecto Daniel Morales consigna que "si se queda y trae consigo proyectos de nivel y de la inversión de lo que se hizo en el Palacio de La Moneda, que se quede, pero que eso se haga ya".