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Los males silenciosos que provoca el incendio

RIESGO . Niños, ancianos y enfermos crónicos son los que están más expuestos a sufrir afecciones respiratorias y oculares por causa del humo y las partículas.
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El gigantesco incendio que hace una semana arrasó con miles de viviendas ubicadas en los cerros de Valparaíso, sigue causando daño a los habitantes de la ciudad.

A la pérdida de vidas y daños materiales que originó el fuego, se suma ahora el surgimiento de afecciones respiratorias y oculares provocadas por el humo que continúa emanando de laderas y quebradas, y por las cenizas y otras partículas en suspensión que a diario el viento se encarga esparcir por el aire.

Por ello, las autoridades del Ministerio de Salud, que ya decretaron la alerta sanitaria ante posibles brotes epidémicos, han recomendado a las personas alejarse de las zonas más afectadas por el siniestro, y en lo posible, que usen mascarillas o algún tipo de protección en ojos, nariz y boca, en caso de que estén colaborando en las tareas de retiro de escombros o limpieza de terrenos, para que no se sobreexpongan a dichos elementos y eviten contraer desde molestas irritaciones hasta infecciones más complejas de tratar.

El humo producido por un incendio de estas características está compuesto por gases y sustancias tóxicas, en su mayoría microscópicas, que al entrar en contacto con las partes húmedas del cuerpo (ojos, fosas nasales, garganta y boca) suelen ocasionar sequedad, picor, ardor, tos e inflamación de tejidos.

Y a nivel de las vías respiratorias, también pueden presentarse dolores de cabeza o pecho e, incluso, cuadros de asfixia y hasta convulsiones en niños pequeños, adultos mayores y personas que padecen asma u otro tipo de complicaciones, que conforman el segmento de mayor riesgo.

Vías respiratorias

Ante una situación como la descrita, las personas sanas corren menos riesgos de enfrentar problemas respiratorios severos, siempre y cuando su exposición a las sustancias tóxicas que circulan en el aire haya sido breve.

Sin embargo, los asmáticos, quienes sufren de enfisema pulmonar obstructivo crónica (epoc), los fumadores habituales y las personas que conforman el segmento de mayor riesgo ya descrito, tienen altas probabilidades de desarrollar infecciones, debido a la disminución de las secreciones que produce la irritación inicial.

"La exposición prolongada va a producir una irritación severa de todo este tejido, lo que lleva a producción de tos, espasmos y al posible cierre de la vía respiratoria, lo que dificulta severamente la función normal del intercambio de gases que se debe producir en los pulmones. Además, estos cuadros pueden derivar en bronquitis o bronconeumonías, o en el empeoramiento de las enfermedades de base que padezcan los afectados", explica el doctor Jaime Bermeo, profesor y especialista de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.

Al respecto, agrega que los efectos de la inhalación del humo y las partículas originadas por un incendio como el que arrasó con las partes altas de Valparaíso, se producen a todo nivel de la vía respiratoria, desde la nariz hasta los alvéolos pulmonares, ya que sus órganos y toda su superficie están cubiertos por el mismo tipo de células.

Para prevenir dichos efectos, el doctor Bermeo afirma que las medidas más simples, efectivas y adecuadas que las personas pueden adoptar son, primero, retirarse de las zonas expuestas; segundo, protegerse con mascarillas, y tercero, según la severidad de los síntomas, inhalar oxígeno humidificado.

"En los casos de pacientes con enfermedades broncopulmonares preexistentes, como asma, lo mejor es hacer uso de los broncodilatadores inhalatorios -en forma más seguida o en mayores dosis- y en situaciones agudas, de corticoides, estos últimos siempre bajo prescripción médica", asegura el facultativo de la UV.

Afecciones oculares

Las toxinas presentes en el aire no sólo se introducen en las vías respiratorias. Los ojos son muchas veces los órganos que primero sufren los efectos de humo y las sustancias nocivas que se encuentran suspendidas en el aire.

A pesar de la protección que brindan pestañas y parpados, la superficie ocular o conjuntiva es muy sensible, y necesita de una constante lubricación por parte del lagrimal. Al verse expuesta a la contaminación ambiental, la conjuntiva se irrita (enrojecimiento), se seca e inflama, lo que provoca ardor, picazón y sensaciones de tener arenilla o cuerpos extraños dentro de los ojos.

Esta situación puede ser más grave en personas que usan lentes de contacto. Si el ojo se reseca e inflama, los lentes pueden lastimar la superficie de la córnea, la ventana transparente que cubre su parte delantera, aumentando el riesgo de contraer queratitis, una infección bacteriana muy desagradable.

Por tal motivo, la tecnóloga médica de la Universidad de Valparaíso, Andrea Ovando, recomienda protegerse los ojos con gafas -en especial alguna que cubra completamente los ojos- y utilizar lubricantes (gotitas) para aliviar los síntomas, en caso de que sea necesario.

"Es importante recalcar que en caso de sentir irritación o la presencia de cuerpos extraños, no hay que limpiarse o frotarse los ojos con las manos sucias ni con fuerza, ya que eso provocará más irritación ocular e incluso algún tipo de conjuntivitis infecciosa o lesión. Lo ideal es realizarse una limpieza ocular con agua, de manera suave, y pasarse un algodón húmedo por los bordes. Si la sensación persiste, se debe consultar a un especialista", advierte la profesional.

Respecto de lo que deben hacer las personas que ya sufren algún tipo de problema ocular, los adultos mayores y los niños, Andrea Ovando dice que se debe proceder aún con más cuidado.

"Las personas que ya estén diagnosticadas con ojo seco son las que tienen más problemas con la contaminación ambiental, por lo que se recomienda no exponerse a este tipo de ambientes y lubricar el ojo constantemente. En niños pequeños y adultos mayores se recomienda la limpieza de pestañas que pueden estar con residuos de cenizas y partículas en suspensión para que no vayan a ingresar al ojo", enfatiza la tecnóloga médica de la UV.