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"La Gran Belleza": no es fácil ser Fellini

cine. La ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera revive el viejo espíritu del cine italiano.
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Majestuosa desde su título, corresponde a la sexta entrega de Paolo Sorrentino, cineasta irregular que convirtió a Sean Penn en un rockero gótico en la olvidable "Un lugar donde quedarse" (2011).

Ahora tiene otro cometido: no está para pequeñas historias, sino para una que aborde la muerte, el amor, la gloria, el fracaso, la religión y la vejez en un mismo acto y que, de paso, funcione como un fresco definitivo de la Roma actual.

Todo esto sin dejar de dialogar con obras maestras del cine italiano como "Roma, Ciudad Abierta" (1945), de Roberto Rossellini y, principalmente, "La Dolce Vita" (1960), de Federico Fellini.

Lo cierto es que "La Gran Belleza" es de esas películas que se pueden amar u odiar. La Academia, al menos, manifestó su enamoramiento al reconocerla como Mejor Película Extranjera en la última entrega de los Oscar.

Sorrentino inicia el filme con un golpe de efecto: una fiesta grotesca en la que nobles, artistas, celebridades, y muchos freaks siguen el ritmo de una pegajosa canción pop en medio de un fastuoso palacio. Es una escena caricaturesca y filmada desde distintos ángulos, como si fuese un largo videoclip. Entre la multitud vemos a un tipo entusiasta, de traje blanco, gafas de sol y aires de grandeza: es Jep Gambardella (Toni Servillo), personaje protagónico y anfitrión de nuestro viaje por Roma.

Sorrentino hace que nos aproximemos a Jep como si observáramos a un insecto a través de un microscopio. El extrañamiento inicial va desapareciendo a medida que nos acercamos a él, al punto que este tipo banal, cínico y arribista termina pareciéndonos un personaje entrañable.

Muere "Hurricane" Carter, el inspirador de Bob Dylan

personaje. Exboxeador pasó 19 años preso por juicio racista.
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"Esta es la historia de "Huracán", el hombre al que las autoridades culparon". Bob Dylan popularizó con su canción de protesta de 1975 la figura de Rubin "Hurricane" Carter, boxeador feroz y preso durante 19 años por un triple asesinato que no cometió.

El ex púgil estadounidense afroamericano, inmortalizado también en el cine por Denzel Washington en 1999, murió ayer a los 76 años en Toronto convertido en símbolo del sistema judicial racista de los años "60.

En junio de 1966, tres blancos fueron asesinados por dos negros en un bar de Paterson, Nueva Jersey. Carter y su amigo John Artis fueron condenados por un jurado formado por blancos basándose en el testimonio de dos ladrones que luego se retractaron.

Tras la condena, Carter inició su combate más duro: el de demostrar su inocencia.

"Que 12 personas mal informadas me declararan culpable no me hacía culpable. Y como no era culpable, me negué a actuar como un culpable", dijo el combativo Carter en 2011.

En 1974, su caso ganó relevancia pública al publicar su primer libro. Se investigó de nuevo el caso y los testigos admitieron que habían mentido.

Finalmente, el 7 de noviembre de 1985, un juez levantó la condena al considerar que los derechos de Carter habían sido violados.