Escasez hídrica
No es necesario ser un experto analista para darse cuenta que normalmente en los medios de comunicación y en política, las problemáticas o temáticas presentadas responden a un calendario. Si bien cada administración o gobierno tiene su propia agenda de temas, cada año podemos ver cómo hay asuntos que suelen repetirse. En marzo, por ejemplo, las materias comunes son relacionadas a la vuelta a clases, junio a agosto el invierno y las enfermedades asociadas, septiembre Fiestas Patrias, diciembre Navidad y enero y febrero, altas temperaturas y el tema que me convoca, la sequía.
Puede parecer poco ortodoxo ver a alguien referirse a este tema estando ad portas de un invierno que probablemente, como anticipan los expertos, será sumamente lluvioso, pero este no es mi caso. Estoy absolutamente convencida que problemas como que en pleno siglo XXI haya gente que carece de agua para tomar, no pueden responder a una calendarización ni menos ser tratados cuando nos encontramos con la soga al cuello.
Como todo problema complejo, las causas que lo generan son más de una, y en el caso de éste, podemos encontrar dos: las naturales y las humanas. En cuanto a las naturales, el diagnóstico es claro. El río Aconcagua no tiene el caudal suficiente para satisfacer la demanda generada en el Valle. Esto, sumado a los adversos cambios climáticos y la ausencia de lluvia en estos últimos años, ha generado una escasez general en el sector, siendo las provincias de Quillota y Petorca las más afectadas.
Si bien la naturaleza es una fuerza que siempre dominará al ser humano, es posible con esfuerzo y trabajo lograr medidas que ayuden a quienes se ven afectadas por ella. Es por esto que hace unos días le solicité personalmente al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, que renovara el Decreto de Escasez Hídrica que fue dictado el año pasado por el gobierno del Presidente Piñera para las provincias de Los Andes, San Felipe, Quillota, Petorca y Marga Marga.
En cuanto al factor humano, no es novedad para nadie que en nuestra región hemos tenido casos vergonzosos de gente inescrupulosa que mediante drenes ilegales roban agua, contribuyendo así a acentuar la tragedia agrícola y humana que viven nuestras comunas.
Soy una convencida de que cuando los problemas son concretos, las respuestas también deben serlo. La escasez hídrica en el Valle del Aconcagua es un tema sumamente grave y de real importancia. Tal como lo he sostenido siempre, la solución no pasa por engrosar la lista de legislaciones al respecto, ya que como se puede constatar en terreno, las leyes relacionadas son constantemente violadas. La solución pasa por fiscalizar de manera efectiva y focalizar recursos de manera eficaz. El monitoreo de la situación debe ser constante, la ayuda permanente y los castigos duros. Es fundamental que el Gobierno entregue soluciones concretas y permanentes, ya que tal como las miles de familias del sector, la sequía no planea retirarse.