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Estas patologías no tienen cura, por lo que los tratamientos apuntan a reducir su velocidad de progresión. En lo referido al Mal de Parkinson, se busca controlar los síntomas y los efectos secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirlo. El Alzheimer, en tanto, es una enfermedad de evolución lenta. Desde que aparecen los primeros síntomas hasta que se inicia una etapa de mayor gravedad pueden pasar años. Por el momento no existe ningún tratamiento que revierta el proceso de degeneración que comporta esta enfermedad. Sin embargo, sí se dispone de algunos fármacos que pueden retrasar, en determinadas etapas de la enfermedad, la progresión de la patología.