Dos malas noticias para el transporte público tuvimos en las últimas semanas. La amenaza de paro de los choferes de locomoción colectiva y un nuevo atraso de la licitación del Transporte Metropolitano de Valparaíso (TMV).
La primera refleja la precariedad de un sistema que sigue teniendo choferes cuyo principal ingreso es por boleto cortado. Varios de los problemas actuales del sistema se explican porque uno de sus principales actores, los choferes, no tienen las condiciones mínimas para trabajar dignamente. Esto trae como consecuencia carreras para tomar pasajeros, alta congestión en puntos de alta concurrencia, estrés y, en definitiva, mala conducción.
La segunda noticia, una nueva postergación de la licitación del TMV, no solo retrasa una aspiración por un transporte público mejor. Peor aún, no se advierten señales claras de que se apuntará a mejorar los vicios del sistema actual, al que se subsidia y no se controla. No se vislumbra un sistema de paraderos diferidos en los centros urbanos, vías exclusivas en sectores de alta concentración de vehículos, boleto integrado y, en definitiva, un plan de desarrollo que aborde sistemas más eficientes de transporte para el futuro.
Preocupa el poco interés de los cinco alcaldes del Gran Valparaíso por un problema que afecta directamente a sus comunas. No los veo inquietos por un sistema que podría ser una de las herramientas más efectivas de integración urbana. Las consecuencias que tiene el sistema actual y las tremendas dudas que en el futuro vaya a mejorar, perjudican a una gran cantidad de habitantes que se desplazan por trabajo o estudio a lo largo de la ciudad, muchos de ellos atravesando una o más comunas para llegar a su destino.
El crecimiento del parque automotriz y la extensión de la ciudad son datos que nos obligan a pensar la movilidad para los próximos años. Seguir pensando que el transporte público es para los pobres es una frivolidad. Sin creatividad y liderazgo político, dejaremos como legado un gran problema para la próxima década.
Hacer del Gran Valparaíso una ciudad competitiva económicamente y más amable socialmente, requiere un rol más activo de las autoridades locales por este tema. Los impactos están a la vuela de la esquina. Mejorar significativamente el transporte público también está en manos de los alcaldes.