El estadio 'Elías Figueroa' de Playa Ancha fue el escenario de una inolvidable despedida. La Selección Chilena, con cerca de 20 mil personas en las tribunas, jugó anoche su último amistoso antes de disputar el Mundial de Brasil, doblegando por 2-0 a un porfiado elenco de Irlanda del Norte.
Un duelo en el que Jorge Sampaoli volvió a probar variantes en la previa al estreno mundialista contra Australia, equipo que en el papel debería ser parecido al irlandés: más físico y fuerza que buen fútbol.
De hecho, la ofensiva nacional tuvo serios problemas durante los primeros 45 minutos para perforar una línea defensiva compuesta por cinco jugadores. Fabián Orellana y Esteban Paredes se perdían en intentonas improductivas, aunque por momentos Jorge Valdivia mostraba calidad y hacía abrigar esperanzas de una habilitación que terminara en gol.
En el área opuesta, Johnny Herrera era exigido a través de jugadas de pelota detenida, porque los contraataques de Irlanda, a diferencia de lo que pasó con Egipto, se diluían por falta de velocidad o control de balón.
La presencia de Paredes en área chica, cabeceando una pelota después de un tiro de esquina rival como un central más, demostraba que a la hora de defender el compromiso era de todos. Así llegó el término de una primera parte que no destacó por ocasiones para abrir el marcador.
A los 58 minutos un tiro de Valdivia por poco se coló dentro del arco del portero Roy Carroll, lo que nuevamente prendió a la gente que llegó hasta el coloso playanchino.
Fue el momento en que Sampaoli también despertó, porque determinó el ingreso de todo el frente de ataque que habían tenido en el duelo anterior contra los africanos: Eduardo Vargas, Charles Aránguiz y Alexis Sánchez ocupaban las plazas que no aprovecharon del todo Carlos Carmona, Paredes y Orellana.
Y las cosas cambiaron de inmediato, ya que un cabezazo de Valdivia golpeó el palo derecho de Carroll y la insistencia del 'Niño Maravilla' le quebraba la cintura a los zagueros visitantes.
El partido se había hecho mucho más agradable a la vista, pero demostraba que la Roja tiene jugadores que marcan una distancia muy grande con algunos de sus compañeros.
Quizás por eso el estratega nacional entendió que era necesario que ingresara Arturo Vidal, ante la sorpresa de muchos por las dudas lógicas que ha generado su recuperación tras una compleja intervención a la rodilla.
Un minuto después de ese cambio, Sánchez hizo olvidar todo al enviar un centro que cabeceó Vargas para anotar el 1 a 0, superando la salida del arquero irlandés.
Como parecía ser una noche acertada para el DT casildense, otro de los ingresados en el complemento, Mauricio Pinilla, puso a los 82 minutos la segunda estocada nacional al aprovechar un pase en profundidad del tocopillano, quien reiteró que es el más eficaz habilitador que tiene el equipo chileno.
En tanto, el centroatacante del Cagliari de Italia, que había entrado sólo cinco minutos antes de su anotación, confirmaba así sus deseos de ser pieza importante en el equipo y respondía a la confianza del adiestrador trasandino.
El último movimiento del entrenador fue el cambio de Felipe Gutiérrez por Marcelo Díaz, pero el quinterano no tuvo demasiadas chances de mostrar su juego y adoptó una faceta más bien defensiva (como lateral).
La tarea ya estaba hecha, Sampaoli y sus muchachos habían cumplido con la tarea de despedirse en grande de la afición porteña con una victoria y dejando a la gente feliz, con la esperanza de que en Brasil al menos se pueda repetir lo del Mundial anterior y acceder a octavos de final ante rivales tan peligrosos como los españoles, actuales campeones del mundo.
15.00 horas de hoy
86 mil metros cuadrados
13 de junio