Después del incendio en Valparaíso
Han pasado más de tres semanas del día en que el destino de Valparaíso cambio para siempre. Es que las llamas que recorrieron los cerros fueron mucho más que una advertencia: se transformaron en un voraz llamado de atención que nos recuerda que más de algo hemos hecho mal como sociedad.
Familias desoladas que con el correr de los días levantaban escombros frente a una gigantesca masa de voluntarios comprometidos con una situación tan indignante como inexplicable. Pero tras una emergencia de grandes magnitudes, surgieron una serie de interrogantes respecto a las consecuencias de una tragedia como esta. Más de 3.000 viviendas destruidas y más de 13.000 personas damnificadas. Un saldo que, tras la emergencia, levanta la gran incógnita sobre la verdadera reconstrucción de Valparaíso.
Es vital partir por entender que la urgencia hoy nos obliga a entregar una solución de emergencia a las familias ante la inminente llegada del invierno. Pero ante lo anterior, es deber de las instituciones de Gobierno y la sociedad civil en conjunto, trabajar por abordar la contingencia para proyectar una solución definitiva en la Ciudad Puerto.
Frente a ello, es importante integrar a las familias afectadas en el proceso que nos permita repensar el territorio, esto tomando en cuenta dimensiones sociales, técnicas, políticas y territoriales. Respecto a lo mismo, el mundo académico y las organizaciones sociales tienen mucho que decir.
Si bien existe una enorme cantidad de familias de poblaciones damnificadas tras el incendio, más arriba de los cerros viven aquellos que por años han sigo postergados del desarrollo urbano. Es que las llamas volvieron a recordarnos la realidad que viven las familias de los campamentos y es esta la oportunidad para proyectar una solución definitiva en estos territorios.
No podemos quedarnos atrás y esperar que el olvido o el tiempo sepulten la oportunidad de repensar Valparaíso en su conjunto y tomando en cuenta a los damnificados como parte de la solución. Y con las familias que viven en terrenos irregulares, es urgente que el trabajo sea integral y coordinado, pues son estos los chilenos que lamentablemente han vivido por años en una emergencia permanente.