Con preocupación enorme se está viendo desde los más diversos sectores la difícil situación por la que está atravesando Valparaíso, comuna que amén de sus deterioradas condiciones económicas y financieras ha sido tan duramente azotada por desgracias masivas, como el magno incendio de abril.
Agreguemos a ello la absoluta y total falta de cuidado que algunos residentes y visitantes tienen con ella y que no trepidan en rayar muros, destrozar mobiliario público y, en general, provocar cuanto daño se les venga en gana.
El Valparaíso de ayer y el de hoy son muy distintos, aunque la ciudad lucha contra sus destructores y logra conservar, a pesar de todo, un atractivo que la hace distinta y única. Ello, debido a su configuración geográfica, a sus casas que se aferran con desesperación a los cerros y a un plano que cuenta tal vez con la arquitectura más hermosa y rica de todo Chile.
Agreguemos a ello su apasionante historia y la repercusión que ha tenido en el desarrollo del país. No hay que olvidar que es aquí donde ha n nacido las más importantes instituciones nacionales.
Hoy, si bien es cierto se han logrado muchas cosas, hay otras que claman a gritos que se preocupen de ellas. Proyectos sin materializar, daños sin reparar, monumentos mortalmente heridos, edificios rayados, monumentos que estuvieron y de los cuales sólo queda el pedestal son testigos de lo que afirmamos.
Y ello simplemente por dos razones: porque hay quienes no entienden qué es Valparaíso y no le profesan el cariño que deberían y, en consecuencia, lo dañan con total irresponsabilidad. Y, en segundo lugar, porque nuestra ciudad puerto no puede salir sola adelante si no cuenta con un respaldo real, eficiente y oportuno del Gobierno central, complementado por lo que cada uno puede hacer individual y grupalmente por la ciudad.
Parodiando, entonces, la famosa frase pronunciada por John Fitzgerald Kenndy en 1961 cuando asumió la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, no nos preguntemos qué puede hacer Valparaíso por nosotros, sino que podemos hacer nosotros por Valparaíso.
Si reflexionamos con seriedad y actuamos en consecuencia uniendo la acción al pensamiento habremos dado un paso trascendental en la recuperación y reconstrucción de nuestra querida ciudad.