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Vulnerabilidad natural o cívica

Aldo Valle

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Todos seguimos pensando en la tragedia de abril de nuestra ciudad, en alguna medida permanecemos sin aceptar esa descontrolada crueldad a manos del viento y los eucaliptos de Valparaíso. Pero es necesario volver sobre ello, el olvido colectivo y su reemplazo por otras demandas o problemas de interés público sería una derrota anónima y cobarde, pero irremediablemente nuestra, la de quienes vivimos o trabajamos aquí y podemos ver aún los cerros arrasados. De lo que se trata, con todo, es de imaginar y proponer las acciones que permitan evitar que algo así vuelva a ocurrir.

Una propuesta a la que quiero sumarme es la que ha hecho el profesor Pedro Serrano, de la Universidad Santa María. Él dice que las plantaciones de eucaliptos que rodean la zona alta de Valparaíso configuran una masa combustible debido a sus específicas propiedades vegetales, de modo que tal especie seguirá siendo una peligrosa amenaza. Dada esta condición, Serrano propone sustituir esa vegetación por un escudo protector sustentable por la vía de convertir el bosque nativo costero que hay en ese mismo sector en un parque o reserva natural de conformidad con la legislación respectiva.

Esa idea es suficiente para iniciar una campaña ciudadana y política en el más original sentido de esta palabra. Los universitarios de la ciudad deberíamos promover las actividades propias de una propuesta como ésta. Podemos actuar y contribuir a que otros lo hagan, así como poner a disposición tanto el conocimiento y la independencia de juicio necesaria, bienes que indudablemente no siempre se encuentran con facilidad.

Mi llamado se dirige también en el sentido de advertir que detrás de una vulnerabilidad natural muchas veces lo que hay es una de carácter institucional o cívica, que no está en las cosas mismas, sino en cómo nosotros las imaginamos y las intervenimos. Si contáramos con una planificación urbana con la potestad pública suficiente, al servicio de todos y que no discriminara en sus estándares de seguridad, esos cerros no habría sido esa trampa mortal.

Pero tal vulnerabilidad cívica, paradojalmente, puede todavía ser aún más irreductible porque está entre nosotros, es consecuencia de nuestras relaciones sociales y precariedad institucional. Es una debilidad que deriva de la propia incapacidad de la sociedad para verse a sí misma. El problema, como en tantos otros casos, no son los cerros ni los eucaliptos en sí mismos, sino aquello que hacemos o dejamos de hacer respecto de ellos.