Viñamarinas aisladas en Bolivia regresaron sin ayuda de autoridades
seguridad. Tras cinco días atrapadas en Uyuni, debieron realizar manifestaciones para salir.
raul goycoolea
raul goycoolea
raul goycoolea
emv
raul goycoolea
A pesar de las gestiones realizadas por sus familiares desde Chile y sus constantes llamados al consulado nacional en Bolivia pidiendo ayuda, las cuatro viñamarinas que desde el jueves 10 de junio se encontraban aisladas en Uyuni, por fin pudieron regresar el viernes recién pasado a la Ciudad Jardín, pero por sus propios medios y desembolsando gran cantidad de dinero extra.
Bia Marmolejo, Gabriela Lara y las hermanas Yvannia y Javiera Castro, debieron realizar una manifestación junto a otros cuarenta turistas en las afueras del municipio de la ciudad fronteriza boliviana. Tras cerrar las calles y exigir una reunión con el alcalde, lograron que él gestionara un bus para salir, aunque su ayuda no estuvo exenta de polémica.
'Nos organizamos entre todos los extranjeros e hicimos una protesta afuera de la municipalidad que terminó con todos nosotros bloqueando las calles con una cadena humana, solo después de eso el alcalde nos recibió', explicó Javiera Castro de 25 años, quien trabaja de garzona en un restaurante viñamarino.
'Era muy incómodo, porque se notaba que él no tenía ninguna autoridad. Nos daba explicaciones súper absurdas y nada de ayuda. Finalmente, después de mucho conversar, nos dijo que nos iban a facilitar dos buses hacia Potosí y que serían al precio comercial, o sea 35 bolivianos', comentó Gabriela Lara (23).
Según cuentan las jóvenes que en un principio tenían planificado estar solo una noche en Uyuni y luego continuar su viaja hacia Perú, al llegar a tomar los buses prometidos, se encontraron que solo era uno, por lo que muchos de los turistas debieron recorrer casi 20 horas de pie (en un trayecto que normalmente alcanza las siete horas) y ya en el trayecto, les cobraron 100 bolivianos, unos $8 mil chilenos.
gestiones desde chile
En paralelo, los padres de las jóvenes comenzaron una cruzada para buscar ayuda de las autoridades chilenas en Bolivia. Todo esto a raíz de que las manifestaciones en el país vecino en contra de la instalación de un nuevo terminal comenzaron a ser cada vez más peligrosas y masivas.
'Era demasiada la gente que protestaba, incluso llegaban desde otros pueblos. No dejaban que la gente abriera sus negocios y nos costaba encontrar lugares para poder comer. Las manifestaciones eran violentas, la gente llevaba botellas con piedras, pistolas a fogueo y bombas de ruido', señaló Gabriela.
Javiera Castro contó que intentaron comunicarse con las autoridades chilenas, pero sin mayor éxito. 'Estuvimos un día completo llamando al consulado y la embajada de Chile en Bolivia según los números que aparecían en internet. Pero no pasó nada, nadie nos ayudó', indicó.
'Mi mamá tiene una amiga que es cónsul en Australia y la contactó. Le dijo que hiciera las gestiones con la PDI para que ellos nos ayudaran'. Sin embargo, y según comentó Lara, esa ayuda nunca se pudo concretar ya que les pedían que llegaran por sus propios medios a la frontera con Chile. 'Nosotras no podíamos hacer eso, porque todos los caminos estaban cercados por barricadas, piedras y manifestantes. Además los que ofrecían transporte y se arriesgaban cobraban demasiado caro y era peligroso', dijo.
aprovechamiento
Ya desde sus casas en Viña del Mar, las jóvenes explican que era muy tensa la situación que vivieron en Uyuni; los otros turistas ya perdían la paciencia y según la recomendación de la cónsul chilena en Australia, evitaron todo tipo de contacto con los bolivianos, pues podrían realizarles una emboscada.
'Un tipo nos ofreció sacarnos por 250 bolivianos cada una hacia la frontera y los pasajes comercialmente costaban 40 bolivianos, además el decía que el viaje había que hacerlo de noche. Después nos dimos cuenta que él era parte de uno de los sindicatos que se estaba manifestando, entonces era muy rara su propuesta', advirtió Bia Marmolejo (24), fonoaudióloga.
Finalmente las chilenas lograron llegar a Potosí por una ruta alternativa que 'era como si el mismo bus fuera abriendo camino', describen. Al pueblo vecino arribaron a las 5:00 horas del martes en medio de un grupo de taxistas que les ofrecía alojamiento a precios irracionales. Tras alojar una noche ahí, viajaron a Oruro, luego a Iquique y este viernes pudieron tomar su vuelo en Calama hacia Santiago, por supuesto sin haber hecho ni la mitad de lo que tenían planeado, con un celular menos ya que les fue robado en el hostal y habiendo pasado cinco días aisladas en Bolivia.