El incendio que afectó a Valparaíso causó pérdidas de vidas humanas, daños materiales, interrupción parcial de la actividad social y económica, y degradación ambiental. Valparaíso tiene condiciones latentes que aumentan su peligrosidad. Cada una de ellas se caracteriza por su localización, magnitud e intensidad, frecuencia y probabilidad.

La ciudad no cuenta con una integradora provisión de información oportuna y eficaz a través de sus instituciones y actores claves que permitan, a individuos y familias expuestos a una amenaza, la toma de acciones a fin de evitar o reducir su riesgo y prepararse para una respuesta efectiva.

La experiencia del desastre demuestra que el desarrollo de capacidades institucionales y sus recursos políticos, financieros, tanto en personal y tecnología, no se encuentra en los niveles necesarios para atender a los sectores de mayor vulnerabilidad de nuestra sociedad porteña.

El desastre pasado es el resultado de un proceso de acumulación del riesgo, resultando de la combinación de los factores de amenazas, condiciones de vulnerabilidad e insuficiente capacidad o medidas para reducir las consecuencias negativas y potenciales del riesgo.

La gestión de emergencia no se encuentra presente en la actuación práctica, sino que en la idea abstracta y discursiva de las estructuras locales y centrales de las esferas gubernativas, porque la existencia de planes y acuerdos que permitan comprometer los esfuerzos del gobierno con sus reparticiones sectoriales de manera coordinada para responder a todas las necesidades asociadas con una emergencia, se pudieran haber confinado sus efectos a las áreas de origen del siniestro forestal al sur del camino La Pólvora, en un área privada.

La planificación de la comuna de Valparaíso no ha ayudado a mitigar los desastres que se han producido con tanta recurrencia, menos a reducir los riesgos; al contrario, ha propiciado la generación de los asentamientos humanos de alta densidad y no ha establecido la construcción de instalaciones estratégicas y/o parques urbanos en áreas propensas a amenazas, así como a favorecer el control de la densidad poblacional y su expansión con el adecuado trazado de rutas de transporte y vías de evacuación, conducción energética, agua, alcantarillado y otros servicios vitales.

La recuperación (rehabilitación y reconstrucción) es una oportunidad para desarrollar y aplicar medidas para reducir el riesgo de desastres, esperando que el reciente incendio no sea uno más de la inmensa lista de fenómenos que se ensaña con Valparaíso y motive a la comunidad, organizaciones de voluntariado y autoridades a tomar decisiones y acciones para mejorar las condiciones de vida de la comunidad afectada, especialmente la del segmento de mayor vulnerabilidad.

Los vecinos de Reñaca han expresado su inquietud ante las amenazas de daños en la recientemente entregada Vía PIV, arteria que forma parte del Plan Intercomunal de Valparaíso y en cuya ejecución se han invertido 18 mil millones de pesos.

Se denuncia que por fallas en la ejecución de las obras hay peligro que se produzcan socavones debido a deslizamientos de tierra en el talud del estero, dejando así a sectores de la flamante calzada sin sustento, generándose hundimientos debido al peso de los vehículos que circulan por la vía.

Los problemas, de acuerdo a lo señalado por los vecinos se originan en fallas de un ducto de evacuación de las aguas lluvia provenientes de la parte alta del sector.

La inquietud vecinal también se refiere a la acumulación de basuras en la cuenca misma del estero, lo cual, junto con ser un problema ambiental, es una amenaza de inundaciones cuando se registran lluvias intensas como las recientemente producidas. Si bien es cierto en este punto específico hay responsabilidad en cuanto a la autoridad que debe despejar el lecho para permitir el libre escurrimiento de las aguas, también hay responsabilidad por parte de quienes dejan materiales o desperdicios en el sector, lo que debe ser detectado y sancionado.

Ahora bien, el tema de los esteros es recurrente en Viña del Mar, pues el Marga Marga también acusa problemas y se constituye en una amenaza que en ocasiones ha causado graves daños.

Así, es necesario mantener una política de manejo de esos cursos de agua. En primer término es fundamental una continua vigilancia tanto para atender a los variables flujos como para reprimir aquellos casos en que los lechos se convierten en vertederos de basuras o escombros.

Además, hay que reforzar los taludes, para evitar los derrumbes y escurrimientos como los denunciados en Reñaca y como los que han afectado al estero Marga Marga en pleno centro de la comuna, provocando socavones que debilitan las calzadas.

En cuanto a las autoridades responsables de los esteros hay dependencias compartidas entre la Municipalidad y diversos ministerios que, de un modo o de otro, financian obras y determinan el manejo de las aguas subterráneas y superficiales. Una estrecha y permanente colaboración de esas autoridades, con criterios preventivos, evitaría graves problemas como los que ocurren con frecuencia afectando a la propiedad pública y privada y, a la vez, sería una contribución decisiva a la inversión que se hace de los 'recursos de todos los chilenos', como bien lo señaló a este Diario una dirigente vecinal de Reñaca.