Frondas y reformas
Aldo Valle
No cabe duda que los cambios que se proponen para el sistema educativo han generado no sólo un interesante debate público. También se aprecia una tensión y ostensible crispación de los ánimos en los interlocutores. Esto por sí mismo es una señal de que las diferencias son auténticas entre quienes deben resolver, hecho que a su vez indica que las reformas no consisten en maquillajes superficiales, sino de modificaciones sustantivas que tendrán impacto en la estructura de financiamiento y la institucionalidad de la educación del país, así como en los actuales efectos sociales de la política pública.
Verificar esta situación debe gratificarnos pues indica que la democracia está funcionando y sirviendo a sus fines más propios, esto es, poner de manifiesto aquellas diferencias que necesitan de decisiones colectivas, incorporando la participación de la ciudadanía y sus organizaciones. La disputa que se deja ver entre los mismos actores políticos es también una forma de recuperar la misión cívica de la política. El ambiente versallesco que también se llamó 'democracia de los acuerdos' y que prevaleció en casi dos décadas de gobiernos democráticos tuvo algunos resultados gravosos para la democracia, porque las instituciones fueron ensombrecidas por un espíritu de fronda transversal que terminó excluyendo a las mayorías necesitadas de representación democrática.
Con ocasión de la reforma en educación parece evidente que se ha producido una alianza bastante visible entre las concepciones conservadoras y tecnocráticas sobre el rol que le cabe al Estado en esta función social y cívica fundamental. Se trata de resistir e impedir el fortalecimiento del Estado y de lo público, es decir, de reducir ese espacio en que las decisiones de interés nacional se exponen -según la perspectiva tecnocrática- a procedimientos democráticos. Así como en el pasado, según La Fronda Aristocrática de don Alberto Edwards, los sectores acomodados en el poder político y económico se opusieron sustancialmente al avance de las instituciones del Estado, no obstante la legitimidad que la ciudadanía les reconocía, también en nuestro tiempo se advierte ese sentido de fronda contra lo público.
Las reformas sustantivas al orden social, en todo caso, siempre requieren de discusión y no basta que estén contenidas en un programa presidencial exitoso. Pero por eso mismo son útiles para saber identificar los intereses y proyectos políticos que siempre se disputan en una sociedad.