Ley Corta de Puertos
Gustavo González Doorman
Hasta hoy, producto de la globalización de los mercados, los tratados de libre comercio y las políticas de privatización del sistema portuario, nuestro país ha logrado impulsar el desarrollo de su comercio exterior por vía marítima y con ello a diversos sectores productivos. Sin embargo, para seguir por esta senda son múltiples los desafíos que se deben abordar en materia de infraestructura, capacitación y logística, pero más importante aún es tener mucho cuidado a la hora de legislar en estas materias.
Por este motivo, la Cámara Regional del Comercio de Valparaíso no ha quedado indiferente ante la controversia generada por algunos aspectos de la denominada 'Ley Corta de Puertos', que regula el trabajo de los funcionarios del sector, toda vez que nuestra región cuenta con los terminales más importantes del país.
En este contexto, resulta preocupante que a través de la ley que hoy se discute en el Congreso Nacional se pueda aprobar la fijación de horarios de colación para todos los trabajadores a la vez, paralizando las faenas; y un impuesto de entre US$ 0,2 y 0,1 por cada tonelada de carga transferida, lo que, sin duda, mermará la productividad y competitividad de nuestros puertos. Con la primera de estas medidas, se aumentarán los tiempos de espera, junto con la congestión y molestias para las ciudades puerto.
De hecho, el Terminal Pacífico Sur (TPS) estima que esta paralización por colación significará 4,5 horas diarias perdidas de un total de 22,5 horas de trabajo, es decir, se perderá el 20% de uso de la infraestructura portuaria. Son 4 mil millones de inversión en el sector que quedará inutilizada si tomamos en cuenta que el país ha invertido 20 mil millones de la divisa norteamericana en infraestructura portuaria.
Es relevante señalar que no se trata de impedir que los trabajadores se alimenten, sino que se debe generar la posibilidad de que se suscriban acuerdos entre estos y las empresas para que este derecho se entregue, pero de manera escalonada, sin detener los procesos. Al igual que se hace en innumerables sectores de la economía.
Por otro lado, esta ley establece un impuesto de entre US$ 0,2 y US$ 0,1 por cada tonelada transferida. Otra preocupación relevante, toda vez que aumentará los costos y con ello afectará nuestra competitividad frente a otras economías, en un mercado mundial exigente en el que no se pueden dar ventajas.
Por lo anterior, como CRCP hacemos un llamado a las autoridades, trabajadores y empresas para lograr aprobar una ley que beneficie a todas las partes, sin afectar la productividad y competitividad de un sector muy sensible y de alto impacto para la economía nacional.