Cuatro municipalidades de la Quinta Región figuran entre las 31 a nivel nacional que ostentan una mayor deuda de cotizaciones previsionales de las corporaciones municipales, particularmente respecto de los funcionarios del área de la Educación. Y entre ellas, la de Valparaíso es la que más deuda acumula, con un total de 16.600 millones de pesos.

Debido a que esta situación afecta a un gran número de municipalidades a través del país, el Ministerio de Educación ha resuelto hacer aportes extraordinarios por este concepto, correspondiéndole a la comuna de Valparaíso cerca de 2.200 millones de pesos, lo que representa poco más de un 10% de la deuda total con los trabajadores. Los otros municipios de la Quinta Región que integran esta treintena de deudores críticos son los de Quilpué, con un total de 1.923 millones de pesos; Los Andes, con 1.342 millones; y Casablanca, con 458 mil millones. Si bien este auxilio gubernamental, que se pagará en noviembre próximo directamente por el Ministerio de Educación sin pasar por las arcas municipales, representa un esperado alivio para las corporaciones, aún está lejos de transformarse en una solución global o general, y hay que tener presente de que cada día que transcurre los problemas de los municipios se van agudizando, mientras no se efectúen cambios estructurales, tanto en la educación como en las asignaciones de recursos.

Se ha sostenido que las reformas educacionales que están en camino debieran analizar detenidamente la educación municipalizada, que representa grandes dolores de cabeza para las municipalidades que tratan, por medio de sus corporaciones que administran los establecimientos educacionales, de cumplir primero con las remuneraciones y luego con las deudas previsionales, lo que a la larga puede perjudicar directamente a los funcionarios del área.

Es por estas y otras razones que es pertinente insistir en que las autoridades superiores deben buscar fórmulas para que la mayor parte de las corporaciones municipales puedan ir cumpliendo con sus obligaciones, todo ello dentro de las miradas globales que podrían considerarse entre las resoluciones que se barajen en esta gran reforma educacional, que es una de las metas relevantes que se ha trazado el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.

Nuevamente ha tomado protagonismo noticioso la posibilidad de que Placilla de Peñuelas y que Reñaca, con sus barrios adyacentes, lleguen a ser comunas independientes. Tal posibilidad, patrocinada por algunas autoridades, cuenta con la oposición de los alcaldes de las comunas que serían afectadas por esta escisión territorial.

La fragmentación en comunas es una experiencia que Santiago ha vivido durante una buena parte del siglo XX, y parece que, finalmente, ha sido una solución para potenciar ciertos sectores urbanos y, al mismo tiempo, ha permitido hacer más eficiente la tarea edilicia al acotar las extensiones territoriales que deben ser administradas. Así, por ejemplo, la comuna de Santiago es una realidad bastante pequeña, si se considera que alberga, en términos concretos, el poder central y una buena parte de las instituciones más importantes del país.

Hay sí un factor que se debe considerar. Si bien este modelo funciona en la capital, no necesariamente es aplicable a otra área metropolitana, como es el caso del Gran Valparaíso. En Santiago, 'vivas en la comuna que vivas', siempre eres santiaguino, sin dudarlo, sin titubear. Puedes ser de Colina, o residir en Puente Alto, o vivir en Estación Central, pero el gentilicio es uno solo: santiaguino. En suma, la fragmentación comunal no trae problemas de identidad general, sino que genera un complemento interesante entre arraigo local y, al mismo tiempo, identificación con la gran ciudad.

Para el caso del Gran Valparaíso, la realidad es muy diferente. Hasta la fecha, existe una curiosa enfermedad de 'fragmentatitis' que se manifiesta en que, tras la independencia comunal, se exageran las distancias y las diferencias a tal punto que da la impresión de que los municipios estuvieran separados por cientos de kilómetros; no comprendiendo que, en la práctica, todo esto sigue siendo una sola gran ciudad. Viña del Mar fue quien comenzó esta enfermedad altamente contagiosa, ya que si bien era, desde su fundación, un barrio residencial e industrial de Valparaíso, de pronto, a mediados del siglo XX, al ver la evidente decadencia de la comuna madre, no solo tomó distancia, sino que se transformó irracionalmente en su máxima competidora. Concón siguió la misma ruta y, en este caso, fue Viña del Mar quien vivió la otra cara de la moneda. ¿Pasará lo mismo con Placilla y Reñaca? Creo que no están dadas las condiciones de independencia, mientras no se cure la enfermedad. Los remedios son múltiples y los tratamientos largos.

Aunque, para empezar a sanar, deberíamos matar para siempre el concepto 'Quinta Región' y comenzar a usar 'Región de Valparaíso'. Ello generaría un valioso sentido de pertenencia para las futuras generaciones. Y, en ese caso, ser de Placilla, Concón, Quilpué o Reñaca no sería problema si, al mismo tiempo, fuésemos todos de Valparaíso. Así lo creían nuestro bisabuelos, abuelos, y creo que no estaban equivocados.