El grave aluvión que afectó a un hotel en Reñaca alerta sobre un problema latente que afecta a múltiples puntos de nuestras ciudades, especialmente de Viña del Mar y Valparaíso, debido a lo caprichoso de sus topografías.
En declaraciones a este Diario el ingeniero civil y profesor de Hidráulica de la Universidad de Valparaíso, Rodrigo Concha, señaló que 'habrá otras zonas potencialmente riesgosas, pues el patrón suelo-construcciones es muy similar al de Reñaca'.
A esta observación debemos sumar una realidad urbana concreta: colectores de aguas lluvia insuficientes, muchas veces obstruidos y -lo que es peor-inexistentes.
El académico pone acento, además, en el rol que en esta materia tienen tres organismos públicos: las direcciones de obras municipales, y los ministerios de la Vivienda y de Obras Públicas.
Al ente municipal le corresponde otorgar los permisos de construcción; cabría preguntarse hasta qué punto esos permisos consideran elementos externos, pero asociados a las edificaciones, como son los colectores. Por otro lado, tanto el financiamiento como la construcción de esos ductos son responsabilidad ministerial y es un hecho que los recursos siempre son escasos. Un factor que también incide en la acumulación de aguas lluvias en medio de la insuficiencia para su canalización, es la reducción de áreas verdes públicas y privadas, espacios que naturalmente absorben esos caudales.
Esta pérdida es notoria en el plan de Viña del Mar donde diversos emprendimientos inmobiliarios en altura han hecho desaparecer viviendas unifamiliares con áreas verdes que contribuían a esa absorción.
Es importante, además, atender a las observaciones del profesor Concha en cuanto a la falta de elementos para gestionar la red de aguas pluviales en su fase de operación, quien agregó que 'el tema de las aguas lluvias siempre ha sido tratado como un tema menor en la ingeniería chilena'. Los hechos ocurridos últimamente en Reñaca, con elevado daño económico, están alertando sobre una materia que exige de la mayor atención, con una visión global, que considere el impacto de nuevas construcciones; las condiciones de absorción de los suelos; la capacidad de los ductos; los puntos que requieren de esas canalizaciones y, por cierto, la mantención de los sistemas con periódica reparación y limpieza.