Presencia franciscana en serio riesgo de desaparecer de Limache después de 258 años
Historia. Falta de religiosos podría llevar a la Orden a dejar desde octubre la Parroquia Santísima Trinidad.
fotos de pablo Tomasello
Para muchos creyentes, las desgracias suelen venir juntas. Lo saben los feligreses de la Parroquia Santísima Trinidad, que administra la orden franciscana en Limache Viejo, quienes hace poco recibieron la noticia de la muerte de unos de sus más queridos párrocos, el padre Héctor Uribe. Ahora reciben otro golpe, quizás más fuerte: el inminente alejamiento de los frailes seguidores de San Francisco de Asís y con ello el término de una presencia que cumplió 258 años en la ciudad.
Lo que en principio solo fue un rumor, ahora es un hecho. En un cónclave o capítulo de la Orden de San Francisco que se celebrará a mediados de octubre, en Santiago, se decidirá la suerte que correrá el tradicional templo y la casa convento que ya son parte del paisaje limachino en avenida República esquina de Sargento Aldea.
Así lo confirmó a El Mercurio de Valparaíso el ministro provincial (superior de la Orden en Chile), sacerdote franciscano Jorge Concha, para quien son dos los factores que están incidiendo en la más que segura partida de los franciscanos desde Limache. Primero, la falta de personal para atender los requerimientos de esa casa religiosa, con todas las necesidades de una jurisdicción parroquial que, según los cálculos del autor limachino Fernando García, bordea una población de 12 mil habitantes.
A juicio del padre Concha la ausencia de vocaciones religiosas ha golpeado fuertemente a las diócesis de la Iglesia Católica y a las congregaciones.
La segunda razón, explicó el superior franciscano en Chile, es un redireccionamiento en la labor pastoral que ejerce la Orden en el país. De cierta forma, los franciscanos quieren volver a los orígenes de su organización, que más que labor pastoral de parroquia se basaba en las misiones para llevar la fe cristiana a lugares recónditos.
Si bien reconoció que aún no es una decisión zanjada, el sacerdote afirmó que en el capítulo franciscano de mediados de octubre, la balanza está inclinada hacia la retirada de los frailes conocidos como los 'predicadores de la gente'.
'El obispo no quiere que nos vayamos, nos lo ha dicho varias veces, pero le hemos informado nuestra realidad sobre la casa de Limache', concluyó el padre Concha
El panorama actual no parece auspicioso para los feligreses de esa parroquia, que ni siquiera pueden realizar sus misas en el templo antiguo. El terremoto de 2010 les arrebató esa posibilidad y hasta el momento no se ha destinado los fondos para su reparación. La eventual retirada de los religiosos hace menos probable aún su restauración y de momento los oficios se realizan en una pequeña sala acondicionada dentro de la propiedad.
De concretarse la retirada, son varios los escenarios posibles. La reconversión del inmueble como centro para organizar actividades esporádicas de la Orden, la facilitación de la propiedad franciscana al Obispado de Valparaíso para que continúe prestando servicios como templo parroquial esta vez diocesano, e incluso que sus instalaciones puedan funcionar como una suerte de capilla anexa a la cercana parroquia de la Santa Cruz-Santuario de las Cuarenta Horas.
Actualmente, bajo la dirección del cura párroco Arístides Miranda, la casa religiosa limachina la componen en total cuatro frailes, un sacristán y una secretaria. Además de sus obligaciones territoriales, deben asistir solidariamente a zonas que ya no cuentan con la presencia franciscana, como la vecina ciudad de Quillota.
Por décadas los frailes atendieron a la población urbana y rural más carenciada de Limache. Hasta el día de hoy se recuerda sus comedores abiertos solidarios, sus talleres de rehabilitación de alcohólicos y drogadictos y la organización de sus roperos sociales para llevar vestimentas a los más desposeídos, labores organizadas junto a una feligresía que, aunque numerosa, parece ser insuficiente para revertir la suerte de la Congregación.