Develando el riesgo con Valparaíso
Uriel Padilla Carreño
El informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de desastres de 2011 de las Naciones Unidas, fue elaborado en un momento en que los desastres seguían cobrando la vida y los medios de vida de millones de personas.
El terremoto de Haití y las inundaciones de Pakistán en 2010 demuestran que el riesgo de desastres y la pobreza guardan una estrecha relación.
En el año 2011 las inundaciones de Australia, el terremoto de Nueva Zelandia; el terremoto, posterior tsunami y desastre nuclear de Japón demuestran que los países desarrollados también tienen una elevada exposición.
Para Valparaíso, el desastre de abril pasado confirmó cómo los riesgos se construyen de manera continua a través de las brechas de desarrollo al interior de su perímetro urbano-rural y del insensible aumento en la exposición al riesgo de su ciudadanía.
Ahora surgen nuevos riesgos y nuevas vulnerabilidades asociadas a la complejidad y la interdependencia de fenómenos naturales, que en Valparaíso interactuaron con tres fenómenos: altas temperaturas ambientales, baja humedad relativa y velocidad de viento.
Si existiera una matriz de ponderación de factores descritos con su indicación de nivel de alerta, no solo debería estar en conocimiento en más de un organismo gubernamental, sino también en parte de la sociedad para advertir de forma oportuna probables riesgos.
Los enfoques convencionales de planificación del uso del suelo, no contemplan esta matriz de análisis, por lo que su manera actual y sus orientaciones han fracasado en visualizar los riesgos de los territorios con sus usos definidos, para los diversos actores de la sociedad.
Los enfoques verdaderamente participativos son una oportunidad para ampliar iniciativas locales innovadoras, mientras que los gobiernos regionales y locales deben decidir y transparentar cuánto riesgo están dispuestos a asumir y cuánto pueden transferir al sector privado.
Los centros de estudios deben proporcionar orientaciones para analizar el riesgo local, provincial y regional, con una política permanente sobre riesgos; estudiando tendencias y patrones en el riesgo de desastres. Lo anterior permitiría cumplir con la autoevaluación del progreso logrado en la implementación del Marco de Acción de Hyogo (HFA), proporcionando de este modo un más completo análisis global de los esfuerzos nacionales hacia la reducción de riesgo de desastres.
Junto a lo anterior, se cumpliría además con la estrategia para la adaptación al Cambio Climático y la conservación de los objetivos de desarrollo del milenio.