El sindicalismo opositor a la Presidenta Cristina Fernández realizaba ayer el segundo paro nacional del año en demanda de mejoras salariales y el cese de los despidos, en medio de un cruce con el Gobierno sobre el grado de acatamiento a la medida de fuerza.
La huelga, que deja en evidencia las diferencias cada vez mayores entre el sindicalismo y el Gobierno peronista, fue acompañada por cortes de calles y accesos a Buenos Aires por parte de activistas sociales y políticos de izquierda.
La protesta de 24 horas es liderada por el camionero Hugo Moyano, titular de la facción más combativa de la Confederación General del Trabajo, y los gremialistas Pablo Micheli y Luis Barrionuevo, dirigentes de la sección radicalizada de la Central de Trabajadores de Argentina y del sindicato gastronómico.
Moyano dijo que la huelga tiene 'un acatamiento muy importante' y que en muchos lugares la adhesión estuvo entre 80% y 90%. 'En la capital había varios vehículos, entre ellos colectivos (autobuses) o taxis, pero estaban vacíos, andaban con muy pocas personas, y eso demuestra que la adhesión a esta medida de fuerza fue voluntaria por parte de la gente, por más que hayan tenido medios de transporte'. Moyano afirmó que el paro fue un éxito 'a pesar de que el Gobierno puso a todo el aparato estatal para tratar de debilitar esta jornada extraordinaria, a pesar de la presión que ejerció sobre muchas organizaciones gremiales'.
fracaso de intento
Sin embargo, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, descartó que la medida de fuerza pueda denominarse 'paro general', ya que cumplieron con sus obligaciones laborales los trabajadores 'metalúrgicos, textiles, de la construcción y la administración pública funcionó... también el transporte de pasajeros y la mayoría del comercio'.
El secretario de Estado sostuvo en rueda de prensa que los huelguistas fracasaron en su intento de querer producir un daño económico. 'El aparato productivo funcionó normalmente... en la industria no ha habido ninguna afectación de la producción', aseveró.