Luego de terminar sus estudios de Hoteles y Restaurantes en Inacap Valparaíso, Consuelo Vidal sufrió el vacío propio que trae el dejar la educación superior, confusión incrementada por la ruptura con su pololo. Así, con el corazón deshecho y un diploma DELF (certificación internacional de dominio del francés) bajo el brazo, Vidal armó la maleta y se fue a un pueblo al sur del país galo con la misión de ejercitar a los estudiantes en la parte verbal del español, así como transmitir la cultura chilena.
"Tuve mucha suerte, ya que los profesores de español habían incluido a nuestro país en sus programas, por lo que pude hablarles de Neruda y el Winnipeg, así como poner música de, por ejemplo, Los Bunkers, en clases; y sobre cómo se ha desarrollado la tecnología en Chile y de que hay lugares, como Valparaíso, en que esta idea de progreso no ha derribado la identidad de los porteños", contó Vidal.
Finalizada su estadía en Francia, Vidal, emprendió vuelo a Camerún, en África, lugar donde instaló el restaurante "Art y Café", empresa que se convirtió en un desafío para la joven debido al nivel de desarrollo del país: "Me encontré con problemas que ninguna institución podría haberme formado para enfrentarlos, porque allá no existe el agua potable y debí construir los mesones con mis manos porque la mayoría de la gente que hace estos trabajos no es muy seria".
Una vez construido el local, Consuelo Vidal buscó a personal egresado de hotelería, pero que "sin embargo, no conocían la cadena de frío. A pesar de eso, tenían el deseo de aportar, aprender y tener un trabajo estable en un lugar donde la vida es más difícil, por lo que ellos también me enseñaron mucho".
Por otra parte, "en Camerún los restaurantes están limitados a gente con mucho dinero, pero yo quería que las personas comunes tuvieran la oportunidad de ir a comer bien en mesas instaladas en un jardín". Sin embargo, Vidal vio que allá "no existe una clase media, entonces las diferencias son más notorias que en Chile y la corrupción alcanza todos los niveles sociales y políticos, junto a la dificultad creada por un clima propicio para la malaria y el dengue, lo que lleva a la gente a rescatar lo positivo de todo, pero, lamentablemente, los cameruneses no están empoderados de sus derechos como los chilenos, entonces solo aceptan y viven el día a día".
Valeria Barahona