A medio año de la tragedia
Se han cumplido seis meses desde aquel día en que se desató el infierno en los cerros de Valparaíso. Un incendio forestal que comenzó como muchos, pero que rápidamente, por las condiciones ambientales, la topografía y la gran acumulación de elementos combustibles en las quebradas, se transformó casi en incontrolable. El fuego arrasó con todo, con una voracidad increíble, dejando en pocos minutos a centenares de familias sin hogar, ante la impotencia de los voluntarios, bomberos y equipos de emergencia, que presenciaban con estupor como todos sus esfuerzos por tratar de controlar las llamas eran inútiles.
En su cuerpo de reportajes Domingo, nuestro Diario ha realizado un recuento de lo ocurrido desde esos fatídicos días, que concitaron una gigantesca cadena de solidaridad y apoyo, con elocuentes demostraciones de apoyo y, al mismo tiempo, la reacción de las autoridades locales y nacionales para enfrentar una emergencia sin precedentes.
Las lecciones de este devastador incendio son innumerables, entre ellas la necesidad de adoptar medidas que sean necesarias para evitar una nueva tragedia similar, lo que en el caso de Valparaíso, por las malas condiciones en que se encuentra la casi totalidad de sus sectores altos, son fácilmente reproducibles. Y al mismo tiempo resaltar sus historias humanas plagadas de un profundo dramatismo, pero con actitudes personales dignas de elogio, que brindan testimonios de gran entereza y de firme decisión de afrontar la adversidad.
Una gran responsabilidad ha recaído entre las autoridades que han debido asumir esta emergencia desde el primer momento, como el intendente, Ricardo Bravo; el alcalde de Valparaíso, Jorge Castro; la ministra de la Vivienda, Paulina Saball; el delegado presidencial para la reconstrucción, Andrés Silva, y tantas otras que han entregado todos sus esfuerzos para ir superando la emergencia, junto a la loable participación de los voluntarios y del Cuerpo de Bomberos.
De alguna manera el alcalde porteño, el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, Emilio de la Cerda, y el geógrafo Luis Álvarez sostienen que estamos en un momento histórico de poder afrontar todos los problemas que exhibe esta ciudad desde el punto de vista de la fragilidad de sus cerros, tanto para afrontar la reconstrucción como para adoptar las medidas necesarias para evitar que una tragedia como esta vuelva a repetirse, puesto que como lo afirma el mismo Álvarez, sin acciones de manejo de la parte alta, se está incubando una posible nueva desgracia.