"Algunos prefieren olvidar o pasar a otro tema, yo prefiero la memoria y la reflexión"
Han pasado poco más de nueve meses desde que Roberto Ampuero dejó su puesto como presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Desde el primer instante que cerró la puerta de la oficina emplazada en Valparaíso se dedicó de lleno a escribir, lo que lo llevó incluso a tener que visitar a un médico porque se le "agarrotaron las manos".
De ese impulso y urgencia nació "Detrás del muro. Novela de mi memoria imprecisa" (Editorial Sudamericana), el cual ya se encuentra en librerías, pero que presenta oficialmente mañana (ver recuadro).
Nueva mirada
Sobre su paso por la RDA, la cual abandonó definitivamente en 1983, recordó en una entrevista que ofreció en 2009 que fue "por un lado una experiencia juvenil y académica bastante grata, con grandes amigos, grandes momentos. Por otro lado también una etapa que obviamente me resulta políticamente muy interesante, porque me ayuda a confirmar aquello que yo ya había comenzado a ver con bastante claridad en Cuba que es que estos regímenes socialistas eran dictatoriales".
- ¿Qué lo motivó a escribir "Detrás del muro"?
una larga franja
Sin embargo, la frontera entre ambas naciones seguía abierta, y recién en 1952 se protegieron con vallas y vigilantes: se creó una zona de 5 km en la que solo se podía entrar con un permiso especial - típicamente solo para residentes-, y cerca de la frontera había otros 500 metros de zona prohibida y en la misma frontera una barrera de 10 metros.
Sin embargo, no era suficiente, por lo que en 1961 la RDA construyó definitivamente un muro que fue perfeccionándose en el tiempo: en 1975 abarcaba 120 kilómetros con una altura de 3,5 metros de hormigón armado. Además contaba con una valla de tela metálica, cables de alarma, trincheras para evitar el paso de vehículos, una cerca de alambre de púas, más de 300 torres de vigilancia y treinta búnkers.
En ese tiempo, los alemanes de occidente podían optar por pasar a visitar a sus familiares; mientras que los orientales tenían que pasar varias trabas burocráticas antes de acceder con un permiso por el punto de control llamado Checkpoint Charlie, el cual hoy por hoy los turistas pueden acceder a un permiso timbrado como en aquella época por solo dos euros.
Cruzar a la otra Alemania era una verdadera odisea para algunos y muchos otros no lo concretaron, muriendo en el intento de buscar un espacio al otro lado de la frontera que ofrecía todo lo que ellos no podían obtener al quedarse en el Este.
Casi tres décadas después, exactamente la noche del 9 de noviembre de 1989, los propios berlineses empezaron la destrucción del muro con todos los medios a su disposición, acto que terminó al día siguiente con gran parte de la construcción en ruinas.
- Fue un todo. Es lo que trato de relatar en "Detrás del muro".
-¿Qué significó para usted pasar al otro lado del muro?
-Volver al mundo de la libertad, de la democracia parlamentaria, de la prosperidad y el respeto a los derechos humanos, ese gran aporte de Occidente a la humanidad.
- Se cumplen 25 años desde que se derribó el muro, que simboliza de alguna manera el fin de la Guerra Fría. Desde su perspectiva, ¿terminó realmente?
- Terminó el conflicto entre países democráticos con economía de mercado y las dictaduras comunistas, pero hoy existen nuevos conflictos. La historia no termina, continúa, y ajena al determinismo histórico planteado por el marxismo. Lo inquietante hoy es que nada está garantizado: ni la vida individual ni la existencia de tu país ni del planeta tal como lo conocemos.
- Usted ha dicho que no hay muchos relatos de lo vivido en la RDA, a pesar de la cantidad de chilenos que estuvieron allí. ¿A qué cree que se debe esto?
el pasado y futuro
- Cuando recuerdo mis años en los países del socialismo real se confunden la realidad y la ficción, lo real y lo kafkiano.
- El libro tiene como subtítulo "Novela de mi memoria imprecisa". ¿A qué se refiere exactamente?
- A que no existe sobre esa etapa de la historia chilena una historia oficial, y a que uno relata esa experiencia como recuerda que la vivió. Pero sobre esa etapa reina un espeso silencio desde la perspectiva del exilio chileno.
-En marzo, antes que dejara el cargo de ministro, usted comentó que tenía pensando hacer una segunda etapa de "Nuestros años verde olivo", que pensaba lanzar este año. ¿En esa época ya lo tenía esbozado o lo empezó a escribir inmediatamente después de cerrar "la casa"?
-Lo tenía claro en mi mente y había hecho apuntes, pero comencé la versión inicial completa el 12 de marzo 2014. Antes física y mentalmente era imposible encontrar un minuto de calma para escribir. Pero tenía estas memorias y muchos apuntes, y las estadías en el Berlín reunificado las había vivido antes de ser nombrado embajador en México.
- ¿Cuánto demoró en escribir el libro?, y ¿cómo fue el proceso para hacerlo?
- Fue un proceso intenso y sin pausa que comenzó el 12 de marzo, diario a las 5.30 am y que terminaba tarde por la noche, por meses refugiado en Olmué y por meses en una cabaña del Midwest estadounidense. Se me agarrotaron las manos, pues la primera versión la escribí a mano, y tuve que ver a un especialista en EE.UU. No sabía cuán dañino es pasar horas durante meses aferrado a un lápiz.
-¿Tiene pensando hacer un lanzamiento del libro en la región?, si es así, ¿cuándo sería?
- Sé que mi editorial analiza planes con Museo Baburizza y PUCV. Confío en que tengamos un lanzamiento lo antes posible. Soy un escritor nacido en Valparaíso y anhelo lanzar el libro en mi ciudad natal.
- Ya tiene planes para hacer una nueva novela. Si es así, ¿podría adelantar algo de ella?
- Ja, ja, ja. Planes tengo varios y ganas también. Lo que me está faltando es tiempo. A mi mujer le prometí que cuando dejara de ser ministro tendríamos todo el tiempo para nosotros dos. No ha sido así...
"Se me agarrotaron las manos, pues la primera versión la escribí a mano, y tuve que ver a un especialista en EE.UU. No sabía cuán dañino es pasar horas durante meses aferrado a un lápiz"
"Cuando recuerdo mis años en los países del socialismo real se confunden la realidad y la ficción, lo real y lo kafkiano"