Con el curso de la edad, los riñones ven disminuida gradualmente su capacidad, debido a la atrofia natural que afecta a las nefronas, unidades que se encargan de eliminar los productos de desecho a través de la orina. A partir de los 40 años, una persona promedio comienza a perder cerca del uno por ciento de la función renal por año transcurrido. A lo anterior se suma el ascenso de la presión arterial, la acumulación del sodio y la disminución de la producción de sustancias endocrinas en estos órganos. Debido a lo anterior, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares se duplica.