Alemania celebra hoy el 25 aniversario de la noche en que cayó el Muro de Berlín, un momento crucial en el final del comunismo y el inicio de la aparición del país como la principal potencia de Europa.

Una cadena de globos iluminados de 15 kilómetros a lo largo de la antigua frontera entre las dos Alemanias se soltarán en la madrugada de hoy, a la misma hora que, el 9 de noviembre de 1989, el confuso anuncio de un alto cargo comunista desencadenó una serie de acontecimientos que derribaron el símbolo más potente de la Guerra Fría.

Los principales actos serán hoy con una gran fiesta en la Puerta de Brandeburgo, un concierto de la orquesta Staatskapelle dirigida por Daniel Barenboim y la inauguración de una exposición permanente sobre el Muro por parte de la canciller Angela Merkel.

La apertura de la frontera fortificada de Alemania del Este culminó meses de efervescencia que guiaron la elección del primer ministro postcomunista de Polonia y la apertura de la valla fronteriza de Hungría. De acuerdo a la agencia AP, el liderazgo de línea dura de Berlín Oriental se enfrentaba a la creciente presión de protestas multitudinarias y al éxodo de ciudadanos a través de otros países comunistas.

La canciller Angela Merkel, que creció en Alemania Oriental, inaugurará hoy un museo en la zona, donde está una de las pocas secciones del Muro que se mantienen.

La futura canciller estaba entre las miles de personas que pasaron al lado occidental de la ciudad horas después de que el vocero del Politburó gobernante, Guenter Schabowski, anunciase en una conferencia de prensa televisada que se permitiría que los alemanes del este viajasen a Alemania Occidental y a Berlín Occidental.

Presionado sobre cuándo entraría en vigor la medida, Schabowski dijo: 'Que yo sepa, esto es inmediato, sin demora'. Pronto, medios occidentales informaron que Alemania del Este abría su frontera y los berlineses que vivían allí se agolpaban para cruzar por primera vez al otro lado.

Los guardias fronterizos no habían recibido órdenes de dejar pasar a nadie, pero se dieron por vencidos al intentar hacer retroceder a la multitud. Para medianoche, todos los puestos de paso entre los dos lados de la ciudad estaban abiertos.