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Carta abierta a directora del Consejo de la Cultura

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Recientemente, leí la opinión de la directora regional del Consejo de la Cultura, Nélida Pozo, quien dijo que Valparaíso no reunía las condiciones para ser sede capital cultural del país. Para ser sincero, no lo pude creer. Primero, porque una persona que es arte y parte de este rubro no puede enviarse esta suerte de búmeran. Segundo, porque quien es capaz de decir esto, desconoce totalmente lo que significa su labor en la zona.

Lo más probable es que esta autoridad no comprenda que es ella quien debe apoyarnos para seguir ostentando este importante título y que su gobierno a través de autoridades anteriores nos dieron esta loable categoría.

Con motivo del mega incendio que devastó la parte alta de la ciudad, hemos recibido la colaboración directa y solidaria del Gobierno Central a través de sus más diversos ministerios. Fue así como Interior estuvo junto a nosotros desde el primer momento, al igual que la Presidenta Bachelet, aportando las medidas tendientes a normalizar la situación de los damnificados. Vivienda hizo lo suyo y -aún hoy- nos presta apoyo reconstruyendo calles y casas incendiadas. Lo mismo ocurre con Obras Públicas, Transportes, Educación, y para qué decir el intendente Ricardo Bravo y el Delegado Presidencial Andrés Silva.

Es por lo anterior que las palabras de Nélida Pozo resultan sorprendentes, pues de ella no hemos recibido trabajo alguno que nos permita concretar muchas demandas en cultura y que serían de gran ayuda a todo lo que ya hemos hecho con el Museo Baburizza, Teatro Condell, además de eventos masivos y culturales de primer orden, entre muchos otros.

Estamos ante enormes avances en materia de infraestructura. Hay que agregar que mantener nuestro Teatro Municipal involucra la destinación de un porcentaje muy superior al dos por ciento del presupuesto municipal, como ella dijo.

Quisiera hablar de desafíos para sentarnos a conversar sobre temas relevantes; desafíos como una Zona Franca Cultural para nuestro Sitio Patrimonial de la Unesco; invitamos a Nélida Pozo a que nos acompañe en la demanda para eliminar el IVA al libro, aprovechando la mencionada zona franca dándole a la ciudad un poderoso motor cultural y económico.

Del mismo modo, es nuestro interés que el Ministerio de la Cultura, donde la directora regional trabaja, nos acompañe a solicitar que en el presupuesto 2015 incluya el estudio presupuestario para llamar a un gran concurso de arquitectura y así construir el Teatro Municipal que Valparaíso merece y que podría ser ubicado -por ejemplo- en la ex tornamesa ferroviaria.

Estas iniciativas llevadas a cabo en conjunto, perfectamente, pueden darnos otra perspectiva sobre la relevancia cultural de Valparaíso y si trabajamos codo a codo, sin hacer lo que hacen otros que es criticar y criticar, este puerto reunirá las condiciones que ella no ve, pero que sí están.

Jorge Castro Muñoz

Nuestro archivo

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Venta de alambiques y

Se vende casi de valde en el antiguo establecimiento de aguardiente, calle de Las Delicias N 3, cinco alambiques de cobre y como cien toneles más o menos de cuarenta hasta sesenta arrobas, cada uno todo completo y en buen estado. Tratar con don D. David Thomas o con la señora viuda de Bruce, en calle de la Victoria.

toneles para aguardiente

A contar del lunes 23, según lo dispuso la administración de los Ferrocarriles, se instalarán cierros en las estaciones de Bellavista, Barón, Quillota y Llayllay. Las personas que deseen entrar al recinto de las estaciones deberán proveerse del respectivo boleto de andén. Se cerrarán tambien las estaciones entre Valparaíso y La Calera.

Instalarán cierros en

Se realizó la tradicional despedida de los sextos años del Liceo Eduardo de la Barra y la entrega de los premios a los mejores alumnos egresados, entre ellos Daniel Moya Cramer, Patricio Estay, Claudio Grossman Guiloff, Antonio Moraga Fergadiotti, Javier Egaña Fuentes, José López Araneda y Ernesto Curti Navarro.

diversas estaciones

Egreso de los sextos del

Liceo Eduardo de la Barra

Respetar la ciudad, un valor ignorado

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Más allá del ataque perpetrado por un grupo de desquiciados contra el Reloj de Flores -emblemático ícono viñamarino-, aparece nuevamente la reiteración de un problema de profundas raíces: la falta de respeto a la ciudad, el espacio de toda la comunidad.

El problema tiene múltiples raíces, una de ellas en nuestra educación, para la cual se pide calidad, quizás insistiendo en la necesidad de mayores y mejores conocimientos, pero donde pareciera que hasta ahora no ha insistido en la formación de valores, como es precisamente el respeto, respeto a las personas, a sus bienes y a los bienes comunes como es, concretamente, ese Reloj de Flores.

Se habla de la importancia del patrimonio y se gastan recursos públicos y privados en su mantención y restauración. Sin embargo, periódicamente aparecen daños, destrucción y rayados en muros de edificios que son expresión de la espiritualidad o de la cultura, como es el caso concreto de la Iglesia Catedral de Valparaíso o la Biblioteca Severín.

También hay daño a servicios públicos básicos de transporte como el Metro Regional, víctima de continuos rayados y destrucción de instalaciones en estaciones, lo cual supone gastos para la empresa estatal que, necesariamente, rebotan en la calidad del sistema mismo.

Así, nos encontramos ante un valor ignorado: el respeto a la ciudad. Los ejemplos son múltiples y el ataque al Reloj de Flores es la reiteración de esas conductas.

Hemos señalado que hay en todos estos casos responsabilidades en el proceso educativo, pero también aparecen responsabilidades en la familia donde muchas veces se delega, erradamente, en la escuela la necesaria formación de buenos hábitos.

Por otro lado, en todos estos casos de vandalismo reiterado, pocas veces se logra dar con los autores, y cuando ello se consigue las sanciones son más simbólicas que efectivas.

Así, rayar, destruir o dañar resulta ser una especie de "deporte" cuyo ejercicio no tiene mayor riesgo y llama a ser imitado generalmente con el incentivo del alcohol o las drogas al amparo de las sombras nocturnas.

La solución para esta enfermedad social tiene múltiples aristas que es necesario identificar, pero, fundamentalmente, reside en educar para el respeto, en el hogar y en la escuela, y también sancionar buscando, junto al castigo efectivo, una condena social.