Proyecciones del acercamiento EE.UU. y Cuba
La reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos constituye un acontecimiento largamente esperado y con diversas proyecciones, tanto en ambos países como en el ámbito continental. Después de más 50 años de ruptura, intentos de aislamiento de Cuba y bloqueo -aún existente en lo que responde a normas legislativas- debían terminar y éste es un momento adecuado.
En el caso de Obama, por la conveniencia de aprovechar la proximidad del término de su mandato para poner fin a un anacronismo que no había sido eficaz para desestabilizar a Cuba. Además, EE.UU. ha regularizado relaciones con Vietnam, con quien sostuvo una guerra donde murieron más de 50 mil norteamericanos. En el caso de Cuba, representa la culminación de un proceso de apertura que viene desde los años 90 con el ingreso a la ALADI y reformas económicas, lo que recientemente se amplió con la participación efectiva en la CELAC junto a los países de América Latina y el Caribe.
En ese contexto, las proyecciones son variadas y complejas. Primero, a pesar de lo espectacular de los anuncios, se trata de un acercamiento que permitirá una ampliación de las interacciones políticas-económicas y del turismo que beneficia a ambos países separados solo por 90 millas y con una fuerte tradición de vínculos estrechos.
Segundo, se refuerzan las relaciones internacionales en América en dos planos, el interamericano y el propiamente latinoamericano con la CELAC y organismos regionales. En lo interamericano, ha habido un periodo de estancamiento así como de cierta distancia entre Estados Unidos y muchos de los países de la región.
Los acuerdos no significarán la participación de Cuba en la OEA -al menos inicialmente-, pero el país asistirá a la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, en abril de 2015. Por esta vía se podrán reforzar temáticas como derechos humanos, democracia, migraciones y lucha contra el narcotráfico. En tanto que por medio de la CELAC, se avanza en la plena regularización de Cuba como actor internacional, donde EE.UU. ya no lo consideraría "país terrorista". Este acercamiento va a consolidar una nueva madurez en las relaciones entre Cuba y los países latinoamericanos y del Caribe.
Finalmente, la apertura futura de Cuba conllevará aspectos económicos, políticos y de respeto a los derechos humanos. En este punto habrá gradualidad, el Partido Comunista cubano mantendrá el control. Sin embargo, la nueva situación con EE.UU., América Latina y el Caribe, sumado al contexto internacional -la decisiva intervención del Papa Francisco y los buenos oficios de Canadá- posibilitarán un tratamiento del tema más directo, más cercano, con mayores grados de apertura hacia la sociedad civil cubana y con la Iglesia Católica.