La próxima licitación de las obras de construcción del hospital para la Provincia de Marga Marga es una buena noticia no solo para esa zona, sino que para toda la región. El centro asistencial, que compromete una inversión de 250 millones de dólares en un edificio de casi 65 mil metros cuadrados que albergará 300 camas, servicio de urgencia y maternidad, está destinado a atender a las comunas de Quilpué, Villa Alemana, Limache y Olmué, que conforman la provincia, donde residen unas 330 mil personas, en zonas urbanas y rurales.
Se ha definido a Villa Alemana como ubicación del nuevo hospital, decisión acertada pues esa comuna es central del área provincial y tiene la ventaja de estar comunicada en forma directa con la Ruta 68 a través de la vía de Lo Orozco, lo que abre una oportunidad a ese servicio de atender emergencias de esa importante arteria y de la cercana localidad de Casablanca.
Por otro parte, el anunciado centro de salud permitirá descomprimir la fuerte demanda de pacientes de esa provincia que actualmente recae sobre los hospitales Fricke de Viña del Mar y Van Buren de Valparaíso.
Paralelamente, este nuevo servicio se abre como un posible campo de entrenamiento clínico para la creciente cantidad de escuelas universitarias regionales vinculadas al área de la salud.
La operación del nuevo hospital debe ir asociada a un mejoramiento de la actual red de consultorios y servicios locales, los que constituyen la primera línea de batalla para la atención y prevención dentro del siempre sobrepasado sistema público de salud.
Pero lo que importa en un hospital no es solo su edificio y sus equipos técnicos, por avanzados que sean. El corazón de un servicio asistencial es su personal, todo su personal, desde médicos hasta auxiliares y funcionarios responsables de la mantención y, especialmente, aquellos que, en primera instancia, atienden al público.
La calidad de la atención reside básicamente en el personal, que muchas veces debe luchar con condiciones adversas de trabajo y con remuneraciones insuficientes. Ello, sin embargo, nunca puede ser excusa para entregar mala atención a pacientes y a sus acompañantes, pues hay que entender que se trata de un público muy especial, que llega en demanda de ayuda en deficientes condiciones físicas y anímicas.
Así, en este nuevo hospital, como en aquellos de larga trayectoria, la calidad de la atención será el resultado final de la suma entre elementos materiales de trabajo, no siempre en óptimas condiciones y con frecuencia insuficientes, y la vocación de servicio de un personal que debe asumir la responsabilidad social de su diaria tarea, por modesta o desagradable que esta pueda resultar.