El diputado Marco Antonio Núñez, en entrevista concedida a este Diario, ha sostenido que el proyecto de aborto terapéutico será aprobado en el Congreso Nacional en atención que quienes lo postulan tienen la razón y los votos.
Sostenemos que, por el contrario, dicho proyecto carece de razón y no obtendrá los votos con que el aludido parlamentario cree contar.
En primer lugar, como se sostuvo en este Diario, por quien escribe estas líneas, la despenalización del aborto requiere previamente de una reforma constitucional; en efecto, dispone el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la República que "la ley protege la vida del que está por nacer".
¿Cabe alguna duda que el aborto atenta la vida del que está por nacer?
En la especie, se trata de una reforma a nuestra Carta Fundamental, que requiere conforme lo dispone el artículo 127 de dicho ordenamiento jurídico sea aprobado por las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio.
Hacemos nuestras las palabras de Su Santidad Juan Pablo II, hoy santo, en su encíclica Evangelium Vitae, sobre el valor y al carácter inviolable de la vida humana, quien señala: "La gravedad moral del aborto procurado se manifiesta en toda su verdad si se reconoce que se trata de un homicidio y, en particular, si se consideran las circunstancias específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se puede imaginar. ¡Jamás podrá ser considerado un agresor y menos aún un agresor injusto! Es débil, inerte, hasta el punto de estar privado incluso de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno. Sin embargo, a veces, es precisamente ella, la madre, quien decide y pide su eliminación, e incluso la procura".
Si partimos de la base que la Unión Democrática Independiente, Renovación Nacional y el Partido Demócrata Cristiano son partidos políticos de inspiración cristiana, no cabe sino pensar que sus parlamentarios votarán en contra del proyecto de aborto, propiciado por algunos sectores políticos, por atentar en contra de sus principios morales si son consecuentes con sus principios.
La moral debe inspirar el actuar de quienes se dedican a la cosa pública, más aún si el respeto a la vida está en juego.
De lo anterior se deduce que el proyecto de aborto terapéutico no tiene ni el fundamento ni los votos para ser aprobados.
Alfredo Mateluna Arestizábal