"Apaga la tele, vive tu vida"
Caminando por Valparaíso veo fuera de una casa una instalación artística de dos televisores con el mensaje: "Apaga la tele, vive tu vida". Esta irónica frase tiene, por cierto, mucho sentido. ¿Sabía usted que más del 60% de los habitantes de la región de Valparaíso se dedica a ver televisión como principal actividad de su tiempo libre?
La encuesta "P!ensa 18" reveló además que en nuestra región sólo el 40% de las personas dicen haber asistido durante el año a "alguno" de los espacios o actividades culturales (museos, bibliotecas, eventos costumbristas, obras de teatro o danza, exposiciones, conciertos, entre otros). Quienes más acuden son los sectores con mayores ingresos y los jóvenes entre 18 y 25 años. Evidentemente algo no anda bien.
¿Será que las políticas públicas en materia cultural están orientadas sólo a unos pocos? ¿Será que los municipios no están preocupándose de incentivar la cultura en la población? Quizás, incluso, debamos mirar la educación, donde las actividades artísticas, culturales y cívicas no son prioridades en la formación de los niños y jóvenes, ¿estará allí la explicación?
A decir de la Unesco, la cultura puede considerarse actualmente como "el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias". En este sentido, la cultura otorga a los seres humanos la capacidad de reflexionar sobre sí mismos, nos hace esencialmente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos.
No obstante, hoy vemos que las preocupaciones de nuestra sociedad se reducen a los problemas económicos. Nos hemos convertido en consumidores y la cultura se ha convertido en industria. Me pregunto, ¿dónde quedaron los ciudadanos? La formación de personas integrales no pasa solo por inculcarles el modelo convencional educativo, con las materias básicas que les permitan desenvolverse en un futuro laboral. Necesitamos arte y cultura en las salas de clases, en todos los rincones de la ciudad, para que niños y jóvenes desarrollen creatividad y pensamiento crítico que no encontrarán frente a la denominada "caja tonta".
La educación enriquece la cultura y es la primera condición para la libertad, la democracia y el desarrollo de una sociedad. Si formamos personas con discernimiento y, por tanto, con buen sentido crítico, es posible que logren mirar el pasado cultural y pensar las lógicas del presente. Finalmente, como dijo Cortázar, "la cultura es el ejercicio profundo de la identidad".