Los campos de la región enfrentan seis años de sequía. No se trata de algo estacional, sino que de una realidad que se mantiene en el tiempo y que ya se ha advertido en periodos anteriores. Se trata, en suma, de una situación que se debe asumir y enfrentar coordinadamente, responsabilidad tanto de los productores en todos sus niveles y también de la autoridad. Además, el problema abre un campo importante a la investigación universitaria que tiene fuerte presencia en la zona.
Con una visión general el Secretario Regional Ministerial de Agricultura, Ricardo Astorga, plantea que la Región "no resiste que sigamos haciendo la misma agricultura con mucho menos agua". Ello llama a una reconversión de la actividad que se debe expresar en un mejor uso del recurso escaso aplicando tecnologías de reconocida eficiencia, como es, entre otras modalidades, el riego por goteo. Lo anterior se debería aplicar en plenitud a la producción de paltas, producto de alta demanda en mercados nacionales e internacionales, buscando mantener los actuales cultivos y desechando la posibilidad de nuevos.
Al respecto, las cifras son elocuentes, dramáticas, pues en la zona se han perdido, por efecto de la sequía, paltos cultivados en 3.700 hectáreas. A la vez, cabe considerar que el 60% de los cultivos de ese fruto se ubican en nuestra Región.
Sobre procedimientos para preservar ese cultivo está realizando estudios el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA). En esos trabajos sería importante aprovechar experiencias internacionales sobre ese tipo de producción en las mismas condiciones adversas que las actuales que afronta nuestro país y la Región de Valparaíso en particular.
A la vez, frente a la realidad de la sequía, que ha llegado para quedarse especialmente debido a la falta de lluvias, hay que explorar otras posibilidades de cultivos y de explotación ganadera, que sin duda existen, pero que exigen tecnología, inversión y conocimiento.
Más allá de la lesión económica y el daño al comercio nacional e internacional que es resultado del problema agrícola, hay que analizar y acometer el problema social, humano, que hay tras la sequía.
Desde una perspectiva económica y humana se aprecia la urgencia con que se deben atacar los problemas derivados de la sequía invirtiendo en los frentes de producción y, a la vez, en las personas y en la solución a sus necesidades concretas.