¿Ha usado el Metro de Valparaíso o el de Santiago últimamente? Dos breves ejemplos de muestra. Un día cualquiera, en la tarde, estación de Viña del Mar, esperando el tren en dirección a Limache: pasa un tren lleno, lo dejo pasar… diez minutos de espera, otro lleno de "unidad simple", también lo dejo pasar. Otros diez minutos de espera, otro tren repleto, nuevamente de "unidad simple". Esta vez no lo dejo pasar, hago de tripas corazón y protegiendo a mi hija de once años del contacto extremo con otros cuerpos, la abrazo formando un arco con mis brazos.
La animo diciéndole que en Quilpué la cosa mejora… no es así, empeora. Hace calor, cuesta afirmarse con cada frenazo, y un pensamiento cruza por mi mente: yo soy usuaria esporádica de Metro Valparaíso, la gente que me rodea no. En eso estoy cuando mi hija me dice en voz baja: "Mamá, qué pena la gente que tiene que usar el metro todos los días". Me quedo callada y le sonrío levemente.
Otro ejemplo, esta vez en Santiago, día de semana, 32 grados, metro el Golf en dirección a Pajaritos a las siete de la tarde. Dejo pasar el primer tren: repleto es poco decir. Un hombre sube tapándose su entrepierna con las manos mientras apretuja más aún a una mujer al borde de la puerta. Pasa otro tren repleto, lo dejo pasar. Ya no puedo dejar pasar más trenes, perdería el bus a Viña. Nuevamente hago de tripas corazón y entro en el mar humano. El calor pegajoso sube, el aire acondicionado no funciona, la presión de los otros pasajeros es insoportable, el aire irrespirable.
Miro las caras de los otros pasajeros, su aparentemente dócil aceptación cotidiana de un hecho que es absolutamente insoportable: una ofensa directa a la dignidad de cada persona. Y entonces vuelven a resonar las palabras de mi hija. Sí, es una pena la gente que tiene que tomar el transporte público todos los días.
En las noticias se anuncia un plan para disminuir el uso del auto mediante alza de precios a los que se compran un tercer auto. ¡Absurdo total! Quien tiene tres autos podrá asumir esa multa y los de siempre seguirán padeciendo en su día a día el servicio ya descrito.
Yo soy usuaria esporádica de los medios de transporte público, por nada del mundo dejaría el auto en casa para ser usuaria diaria. Qué pena que las autoridades no sean usuarios esporádicos, les haría bien, de seguro las cosas se arreglarían con mayor celeridad… mientras tanto, la pena sigue.
Mary Mac-Millan